Milenio Puebla

La consulta sobre el NAIM, que dieron la mayoría a Santa Lucía, el Grupo Aeroportua­rio de CdMx está obligado a entregar el polígono de construcci­ón como estaba antes de que comenzara la obra, de acuerdo al resolutivo de la Semarnat, que tomará al menos si

Con los resultados de

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Tan solo en octubre, 134 mil 727 aves migratoria­s han llegado al lago Nabor Carrillo y 15 mil 224 a la laguna de Zumpango, sitios que forman parte de un grupo de 17 cuerpos de agua que tienen influencia con el ex lago de Texcoco, y que el Grupo Aeroportua­rio de Ciudad de México (GACM) monitorea desde hace tres años y cuatro meses, registrand­o hasta 200 mil pájaros por temporada invernal.

Por ello, Alejandro Vírchez, subdirecto­r de Medio Ambiente del GACM, negó que la construcci­ón del Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de México (NAIM) represente un ecocidio en la zona, ya que se realizan las medidas de remediació­n de los hábitats afectados dentro del polígono, además de que en diciembre entregarán a la nueva administra­ción de la Semarnat el Plan de Redistribu­ción, Restauraci­ón y Conservaci­ón del Hábitat Lacustre del Valle de México.

“Hablan de un ecocidio, eso es mentira, lo niego completame­nte. Como en todos los proyectos y grandes construcci­ones, hay un cambio del hábitat y debe haber medidas de compensaci­ón y de remediació­n, y es lo que estamos proponiend­o”, expresó.

En entrevista, el funcionari­o aseguró que Santa Lucía tiene las mismas condicione­s ambientale­s que el polígono donde se construye el NAIM, ya que hasta ahí llegaba el lago de Texcoco: “Hay zonas de producción muy importante­s, hay muchas aves, ya que está cerca (la laguna) de Zumpango”, situada a 10 kilómetros de la base aérea.

“En temas ambientale­s, irse a Santa Lucía no cambia nada, la única diferencia es que nosotros tenemos 20 años de estudios avanzados y Santa Lucía no, serán al menos 10 o 15 años antes de operar y, para esa época, el Aeropuerto Internacio­nal de Ciudad de México estará totalmente colapsado. Hoy, este proyecto nos permite tener la certeza de que Texcoco es la mejor opción”. Un equipo de biólogos de la empresa Sucofa, coordinado por la académica de la UNAM Patricia Ramírez Bastida y que asesora el proyecto ambiental del GACM, identificó que el pato cucharón ( Spatulacly­peata) —que se asocia con aguas de mala calidad— es el de mayor abundancia en el lago Nabor Carrillo, ya que supera las concentrac­iones permitidas de metales pesados, como mercurio, arsénico, cadmio, zinc y plomo.

El biólogo Iván Flores Casas detalló que de las 134 mil 727 aves migratoria­s que han arribado al lago hasta octubre, 131 mil correspond­en al pato cucharón, el de mayor riesgo; por ello, el plan de restauraci­ón prevé que, al dejar de recibir aguas negras, disminuya su presencia y, en contraste, aumente la de las otras 208 especies registrada­s en la zona, como aves playeras, el chorlo nevado, el endémico pato mexicano o el pato golondrino.

En entrevista, Ramírez confronta a los opositores al proyecto en Texcoco, y dice: “Lago, sí”, al considerar que la opción en Santa Lucía es inviable, ya que no cuentan con los estudios, ni plan de remediació­n.

“Allá también hay aves y va a haber riesgos; hemos hecho muestreos desde el amanecer hasta el atardecer y hay un gran movimiento, tendrá que hacerse un estudio local para medir el riesgo aviar”, explicó.

La académica agregó que aceptó participar en el proyecto del GACM, porque garantiza que se remedirá el impacto ambiental: “Se está haciendo un daño, en este caso, acabar con lo que era la zona de llegada de las aves playeras... parte de esas áreas ya están cubiertas con asfalto, habrá que ver que las que quedan se cuiden “Los grandes proyectos incluyen cambios en el hábitat; sin embargo, hay planes de compensaci­ón” y que se promuevan otras dentro de la zona de Texcoco. Vírchez dijo que hasta el momento las obras del NAIM han requerido 41.5 millones de metros cúbicos de material pétreo, pero aseguró que no se han devastado cerros enteros, como aseguran los opositores, ya que solo 2 por ciento está autorizado para explotació­n.

Detalló que hay 176 minas en 12 municipios de la zona oriente del Estado de México, de las cuales solo cien surtieron materiales pétreos desde el inicio de la obra: arena y tepojal para los caminos provisiona­les y la barda perimetral, así como tezontle y basalto para las pistas.

“La gran mayoría de las minas tiene más de 40 años; sacamos fotos satelitale­s de Google para ver cómo se comportaba­n, porque tampoco se vale que todo se lo achaquen a la construcci­ón del NAIM; esas minas ya operaban y han surtido de materiales a diversos proyectos de la capital y del Estado de México”.

Explicó que en esos municipios hay 174 mil hectáreas, pero solo 800 están autorizada­s para su explotació­n: “Esas cifras nos permiten poner en la mesa que no hay una devastació­n. Se analizó cuántos cerros se tienen en la zona, y solo 2 por ciento del total está clasificad­o, ninguno con foco amarillo”.

Añadió que 32 minas fueron clausurada­s por no cumplir con las condiciona­ntes ambientale­s o por no tener autorizaci­ones.

Vírchez mencionó que si los resultados de la consulta nacional sobre el NAIM da la mayoría a Santa Lucía, el GACM tendrá que entregar el polígono de construcci­ón como estaba antes de las obras, de acuerdo al resolutivo de la Semarnat, lo que tomará al menos siete años.

También aclaró que el lago Nabor Carrillo no se va a desecar, debido a un convenio con la Conagua, que establece una relación del NAIM con los cuerpos de agua del polígono, “incluso está mandatado que construyan otros cinco al sur para lograr un equilibrio ambiental y generar un hábitat para las aves”.

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