Milenio Puebla

La tv y la consulta del NAIM

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N o sé. A lo mejor estoy mal, a lo mejor soy el peor de los mexicanos o tengo inquietude­s perversas pero yo esperaba que la noche del domingo pasado se cayera el mundo en coberturas especiales alrededor de la consulta popular en torno a la construcci­ón del Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de México (NAIM).

Le guste a quien le guste o le moleste a quien le moleste, lo que sucedió ahí fue fundamenta­l, una noticia relevante, un acontecimi­ento histórico.

Pero no, salvo dos o tres canales, casi nadie se tomó la molestia de invertir en una transmisió­n de televisión verdaderam­ente extraordin­aria, en darle a esta nota la importanci­a que merecía.

¿Habrá sido por censura, prudencia o por temor a represalia­s antes o después de la transición presidenci­al?

Esto es tan delicado como la consulta misma.

Ameritaba una cobertura en vivo radical, con presencia de reporteros en lo que quedó de las casillas, en las sedes de los posibles aeropuerto­s, en los lugares donde se estaban dando los anuncios, con el presidente que se va, con el que llega, con los arquitecto­s, con los empresario­s y con la gente de las líneas aéreas.

¿Y qué vimos? Nada. La programaci­ón de los canales tradiciona­les no se movió ni tantito y hubo frecuencia­s que se supone que están dedicadas a transmitir noticias las 24 horas del día, como Excélsior Tv que, de plano, le dieron prioridad a los infomercia­les. ¿Así o más decepciona­nte? ¿Qué debemos entender? ¿Que así será el periodismo televisivo en los próximos años?

Yo solo le pido un favor a los responsabl­es de tomar decisiones alrededor de este tipo de cuestiones:

La próxima vez que quieran saber por qué les están bajando los números, no gasten millones de pesos en estudios absurdos y acuérdense de esto.

La televisión tiene que estar donde están ocurriendo las cosas, tiene que informar aunque duela y tiene un compromiso con las audiencias que cuando se rompe tarda mucho en sanar si es que alguna vez sana, si es que alguna vez se recupera.

Y no, no todo fue mal, hubo frecuencia­s como MILENIO Televisión y ForoTv que aprovechar­on sus transmisio­nes regulares para integrar el tema con bastante eficiencia.

Aquí es donde yo quisiera destacar los trabajos de Canal Once y de ADN40, que suspendier­on sus transmisio­nes regulares para poner programas especiales.

Canal Once inició temprano con una mesa espectacul­ar, plural, única, conducida por Javier Solórzano.

ADN40 tiró la casa por la ventana cubriendo la noticia al momento con diferentes aportacion­es dirigidas por Manuel López San Martín.

¿Usted qué piensa de lo que sucedió o no sucedió el domingo pasado en la televisión mexicana alrededor de la consulta sobre Texcoco y Santa Lucía?

¿Cuál trabajo se le hizo mejor? ¿Cuál, peor? ¿Le pareció suficiente? ¿Esperaba más?

Sí me interesa que me lo diga a través de mis redes sociales porque a lo mejor estoy mal, a lo mejor soy el peor de los mexicanos o tengo inquietude­s perversas pero yo sí esperaba mucho la noche del domingo pasado y me quedo con una sensación agridulce.

Y no, no es porque haya ganado o perdido mi aeropuerto favorito. Es porque siento que, al mismo tiempo que la consulta, hubo algo que jugó a nivel mediático y que no es precisamen­te muy alentador respecto a lo que nos espera de aquí a 2024. ¿O usted qué opina? El retorno de un clásico El viernes pasado por la mañana se estrenó la nueva temporada del programa La ruta del sabor de Canal Once.

Tomando en cuenta el perfil de esta emisión, la noticia podría parecer poco importante pero no lo es.

Canal Once, al lanzar este concepto, le está dando continuida­d a algo que nació hace muchas administra­ciones, hace muchos sexenios, enviándono­s un mensaje de estabilida­d, madurez, respeto y apertura.

La ruta del sabor es, para la cultura gastronómi­ca popular mexicana, lo que Aquí nos tocó

vivir con Cristina Pacheco para el periodismo urbano: un clásico, un monumento, una obligación.

En el remoto caso de que usted no sepa de qué le estoy escribiend­o, La ruta del sabor es una emisión donde Miguel Conde recorre nuestro país para visitar y proyectar a la gente y sus recetas de cocina tradiciona­l mexicana.

Es un show social que le entrega las cámaras y micrófonos al pueblo, a sus ingredient­es, a sus platillos. Es bellísimo, entretenid­o, suculento, entrañable y Miguel es un rey.

Lo hace excelente. Punto. Tan sencillo, tan humano, tan desde la perspectiv­a del público.

Por si esto no fuera suficiente, gracias a las nuevas tecnología­s, Canal Once ha perfeccion­ado la producción de este título y hasta lo comparte con las multitudes a través de su cuenta en YouTube.

Por lo que más quiera en la vida, luche con uñas y dientes por ver este precioso ejercicio de nuestra televisión abierta pública nacional, un programa que ya quisieran en muchas partes del mundo, un orgullo nacional. ¿A poco no?

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