Milenio Puebla

En el país de los maras, las huidas son todos los días

- MELISSA DEL POZO SAN SALVADOR

C on 22 años, un salario bajísimo y el bachillera­to trunco, Josué dice tener poco que perder. Aquí, en el país de las pandillas, de las maras, de la M13, el Barrio 18, de la pobreza y desempleo, las huidas migratoria­s son cosa de todos los días. Unas horas antes de salir rumbo a la travesía, le avisó a su abuela Horhermano­s en el barrio Delgado, uno de los más antiguos de El Saltambién. Hace unos meses, el primo de Josué fue asesinado a unas cuadras de su casa en ese mismo lugar: lo mataron por involucrar­se con la esposa de un marero.

Los cuatro dólares que gana al día en una fábrica que procesa alimentos, narra, no alcanzan para nada, apenas para ponerle crédito al celular, donde justamente se ha enterado que, como los hondureños, la gente de El Salvador ha partido este martes rumbo a México y Estados Unidos.

El sitio parece fiable, cuenta Josué, de estatura baja, tez blanca y cabello a rapa. En cuatro días se crearon al menos seis páginas de Facebook convocando al éxodo. App para que los interesado­s se sumaran a chats como “CaravaSalv­ador 503”, “Gran caravana más de 250 integrante­s, todos administra­dos por los mismo cuatro o cinco números, ubicados ya por los propios salvadoreñ­os: son coyotes.

“Yo sé que en esas caravanas siempre se filtra gente así, coyotes. ron un video donde salía un señor de gorra diciendo que con él llegarían sanos a Estados Unidos, pero varias personas comenzaron a comentar que es un coyote y solo anda estafando a la gente”.

Según datos de la Secretaría del Interior, cada año más de 35 mil salvadoreñ­os intentan llegar a Estados Unidos. Buena parte mil dólares por viajar hasta ese país. El paquete incluye transporta­ción alimentos y tres intentos para cruzar la frontera de México a EU. El cruce es por Nuevo trolan esos traficante­s.

Mientras sube la bastilla de un pantalón (por el que cobrará un ren a esos jóvenes para meterlos a las drogas”.

La experienci­a le ha enseñado que hay algo de razón en lo que dice la mujer: los traficante­s en- gañan. Luego de cruzar la frontera de México con Estados Unidos, un hombre le pidió que caminara hasta una camioneta, asegurándo­le que en ella los recogería. “Cuando íbamos para la camioneta vi que decía US Migration”, era la Patrulla Fronteriza.

Josué pasó cuatro meses detenido en las famosas hieleras, celdas para migrantes. Luego lo deportaron. Pero ahí va de nuevo. Este miércoles, salió de casa temprano, antes de que los “postes”, como les dicen a los vigilantes de las pandillas en este país, pudieran verlo. Junto a unas mil 200 personas, partió del monumento al Divino Salvador del Mundo, se encaminaro­n hacia la frontera con Guatemala. Una nueva caravana rumbo a México, ahora salvadoreñ­a.

Josué, ingenuo, dice: “Cuando llegue a Estados Unidos le quiero decir a Trump que abra su corazón y como presidente que es y con el dinero que tiene que se

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