Milenio Puebla

La marcha fúnebre por el NAIM

- ESTEBAN ILLADES Twitter: @esteban_is Facebook: /illadesest­eban

Horas después del anuncio de la cancelació­n del proyecto aeroportua­rio de Texcoco, una página de Facebook llamada “Sí al nuevo aeropuerto en Texcoco-NAIM” convocó a una marcha el 11 de noviembre. Se llama, dice la página, porque la consulta que hizo el gobierno entrante para sustentar su decisión es ilegal y porque “esta obra es el detonante del desarrollo de México ante el mundo” (sic). El lugar de inicio para este acto de repudio, abunda la convocator­ia, es ni más ni menos que el Ángel de la Independen­cia.

Al momento de escribir estas líneas, 8 mil 500 personas habían dicho que irán y 25 mil habían mostrado interés, de acuerdo con números de la propia red Facebook.

Entre los comentario­s, tanto en esa red social como la de Twitter, diversas personas que planean asistir han dicho que lo harán con moños o ropa negra en señal de luto.

Quizá lo que más llama la atención de este asunto, incluso más que la marcha propia, es este último detalle, el del color negro en la vestimenta.

El luto, han dicho varios usuarios, no es por la “muerte” del aeropuerto, sino por el futuro que ellos creen que derivará de su cancelació­n.

Es decir, proponen marchar contra un hipotético que todavía no sucede ni tiene por qué suceder.

Marchar es válido, pero el simbolismo para el 11 de noviembre es sordo ante la realidad nacional

El motivo, de acuerdo con esta lógica, es que a partir del acto de cancelació­n el país caerá en una espiral de desgracia y, por ello, se muestra una especie de luto preventivo. Como si la suerte estuviera echada.

Marchar es válido y, en general, entendible, pero el simbolismo que se pretende utilizar el 11 de noviembre es, por ser amables, absolutame­nte sordo ante la realidad nacional. El luto es para los muertos, no para las cosas ni para los proyectos. Y vaya que si hay algo en este país es eso, muertos por los que lamentarse: desde que inició la guerra contra el narcotráfi­co, hace casi 13 años, van cientos de miles y no hay motivo alguno para creer que eso cambiará pronto.

Sin embargo, para unos es preferible enlutar por algo que todavía no ha ocurrido que por algo que lleva ocurriendo 13 años frente a sus propias narices.

Dos Méxicos que coexisten pero que jamás se tocan.

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