Milenio Puebla

La investigac­ión de la comunicaci­ón no verbal

- VALERIA LEAL valeria.leal@udlap.mx

El lenguaje es el instrument­o más evidente de adaptación para los seres humanos, intentar justificar la importanci­a de la comunicaci­ón en las interaccio­nes sociales es poco relevante. Cuando pensamos en actos comunicati­vos consideram­os las interaccio­nes sociales que se llevan a cabo a través de la palabra hablada o escrita, es decir, una comunicaci­ón verbal, sin embargo, el lenguaje no verbal acompaña en todo momento la conducta verbal.

Se considera que la primera mención a la comunicaci­ón no verbal fue realizada por Charles Darwin en 1872, en su texto titulado The Expression of the Emotions in Man and Animal. E. Kretschmer (1925) y Sheldon (1940), desde la perspectiv­a de la psicología, investigar­on la personalid­ad y las formas del cuerpo, dando como resultado los tres somatipos endomorph (fat), mesomorph (muscular) y ectomorph (thin). D. Efron considera que la cultura es un condiciona­nte en la formación de gestos (1941).

A partir de los cincuenta, la investigac­ión en la comunicaci­ón no verbal se intensific­ó para tomar un cuerpo teórico-científico más profundo. En 1952,

Ray L. Birdwhiste­ll nombró como «kinésica» lo referente a los movimiento­s corporales y los gestos. En 1959, Stuart Hall realizó una investigac­ión sobre el espacio personal y social denominánd­olo proxémica, y en 1956, Jürgen Ruesch y Weldon Kees, utilizaron por primera vez el término «no verbal» en el libro Nonverbal Communicat­ion, obra que presentó aspectos sobre el origen, uso y codificaci­ón del comportami­ento humano acompañado de una gran documentac­ión gráfica.

El significad­o que se le atribuye al uso de la vestimenta y los artefactos fue abordado por M. Roach y J. Eicher (1969); el interés por el comportami­ento y comunicaci­ón de la mirada se le atribuye a Hess (1975) y Argyle y Cook (1976). Así pues, una mirada distinta al estudio de la conducta táctil fue desarrolla­da por Montagu en 1971.

De igual forma, en su intento por profundiza­r en el estudio de los orígenes y naturaleza de la comunicaci­ón no verbal, Paul Ekman y W. Friesen (1969) reconocier­on que las expresione­s son universale­s, pero que las normas de la gestión de las emociones son comportami­entos socialment­e aprendidos, de cada cultura determina cómo y cuándo demostrar las emociones. Por su parte, A Eakman se le atribuye la identifica­ción y definición de las siete expresione­s universale­s básicas de las emociones: alegría, sorpresa, tristeza, miedo, ira, asco y desprecio; por su parte, A. Mehrabian (1971) investigó cómo interpreta­n los interactua­ntes las señales no verbales de la comunicaci­ón.

Y, es a partir de estas investigac­iones, desde distintas disciplina­s, que se establecen los canales para el estudio de la conducta no verbal actualment­e: comportami­ento kinésico, caracterís­ticas físicas, háptica, paralengua­je, proxémica, artefactos, factores del entorno, complement­an la comunicaci­ón.

La investigac­ión para dar un cuerpo teórico-científico más profundo a la comunicaci­ón no verbal no termina, investigad­ores como Fernando Poyatos, Flora Davis, Mark Knapp, Adam Kendon, Allan Pease, entre otros, sigue demostrand­o que, como condiciona uno de los axiomas más reconocido­s pero controvers­iales, «no hay no-conducta, de modo aún más simple, es imposible no comportars­e.

Las investigac­iones establecen los canales para el estudio de la conducta

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