Tropiezo
Detrás de una gran función de ópera hay incidentes de los que el público ni se entera. Como cuando el tenor debutó en Colonia, que era su primera presentación en Europa. Entre risas recuerda que “en un salón con candiles, bajaba por una escalera preciosa como de cuatro y medio metros de alto, enorme, y al pie estaba el coro”. El tenor estaba bien concentrado. “Por andar viendo a la soprano, con quien había tenido unos ensayos formidables, no vi el último escalón y ¡me voy de hocico! Pero un corista, un alemán como de dos metros, me puso la mano en el pecho y me enderezó mientras el público contenía la respiración. Son detalles por los que uno pasa en esta carrera”.