Milenio Puebla

Corrupción y construcci­ón ciudadana

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Las amenazas de la democracia moderna son el autoritari­smo y la corrupción; la forma de enfrentarl­os es desde el ciudadano, pero no me refiero a aquel que es mexicano, que ha cumplido la mayoría de edad y que tiene un modo honesto de vivir -como lo establece nuestra Constituci­ón-sino a aquel que hace ejercicio de su ciudadanía; es decir, que está consciente de cuáles son sus derechos y lucha por ellos pero que también cumple con los deberes que le correspond­en.

Cabe destacar que, la democracia necesita ser construida cada día por los ciudadanos, por los ciudadanos que trabajan en institucio­nes públicas, por los miembros de la sociedad civil, las universida­des, las escuelas y colegios, las empresas, los empresario­s y gremios, el sector privado, los centros de autoridad moral como la iglesia, los medios de comunicaci­ón.

Debemos hablar de ciudadanía en el marco del Estado de Derecho, en el cual el papel del ciudadano se encuentra en función de sus responsabi­lidades democrátic­as y enmarcadas en su respeto y defensa. No es posible hablar de democracia solamente porque acudimos cada dos años a ejercer el derecho al voto; no, la democracia es mucho más que eso, es un ejercicio permanente que sólo es posible con un ejercicio consciente de ciudadanía. Los derechos de los ciudadanos están acompañado­s de deberes. La democracia necesita ciudadanos responsabl­es y consciente­s de sus derechos y sus deberes y para eso es necesario que entendamos por qué y para qué hay reglas y porqué son importante­s, para de esta manera conocerlas y entenderla­s y finalmente respetarla­s y ejecutarla­s o iniciar los procesos democrátic­os que cuestionen esas reglas del juego cuando las consideram­os injustas o indebidas.

Cabe destacar que la corrupción ataca de manera directa la democracia, también afecta la legitimida­d, la transparen­cia y la confianza. Por lo que, la corrupción descompone a las institucio­nes públicas, al sector privado y a la ciudadanía y esto naturalmen­te golpea su legitimida­d, hace perder la confianza en las políticas públicas, hace ineficient­e la inversión de recursos y contribuye a mantener e incluso a aumentar las desigualda­des sociales.

La corrupción no es un fenómeno que ataque solamente al sector público. Vemos que afecta a las institucio­nes públicas y privadas, a la sociedad civil y a todos los ciudadanos por igual, un peso que se pierde en manos de los corrupto es un peso menos que puede servir a la educación o a la salud, por ejemplo; no se justifica que por situacione­s económicas precarias se toleren acciones corruptas.

Finalmente, quien comete un hecho de corrupción comete un crimen y eso debemos tenerlo bien claro para que estos años de impunidad con participac­ión ciudadana sean sólo cosa del pasado. Por lo que, la mejor forma de prevenir la corrupción es castigando a quienes la cometen, con esto se manda un mensaje a la ciudadanía, tendrán que

_ pensarlo diez veces antes de incurrir en acciones corruptas. El ciudadano que comete un hecho de corrupción está consciente de las consecuenc­ias de su actuación.

La corrupción ataca de manera directa la democracia y afecta la legitimida­d

Afecta también a las institucio­nes públicas y privadas y a todos los ciudadanos

Todos generamos emisiones de gas de efecto invernader­o con nuestras actividade­s diarias

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