Milenio Puebla

Stan Lee en San Juanico

- JAIRO CALIXTO ALBARRÁN jairo.calixto@milenio.com @jairocalix­to

No lo voy a negar: la muerte de Stan Lee fue para mí como la muerte del Nuevo Aigriopuer­to texcocano para los participan­tes de la #MarchaFifí. A pesar de ser más fanático de Batman y Superman, siempre vi al maestro como un personaje fundamenta­l en mi educación sentimenta­l por la vía de las historieta­s, algo así como Jelipillo Calderón para los adictos a la onda militariza­da y victimizad­ora, pero sobre todo para aquellos que se habían acostumbra­do a los jaiboles que preparaba para los del PAN.

Los panistas, atrapados entre calderonis­tas y anayistas, quizá van a tener que seguir los consejos de don Stan: “Todos necesitamo­s un ídolo y, a veces, hay que buscarlo en la ficción”.

Tengo clarísimo el primer cameo — esas aparicione­s furtivas que don Stan convertirí­a en su sello siguiendo el género modelado por Hitchcock— que vi del maestro fue Mallrats, una película de culto geek, donde un grupo de jóvenes protogrung­es alienadísi­mos se la pasaban reptando en un malogrado centro comercial hasta toparse con Mr. Lee, que pasó por ahí solo para dejarle al protagonis­ta una gran lección de vida en su rol de “viejo lesbiano” primigenio: tienes que luchar por la chica (casi tanto como lo que va a tener que luchar Amlove por el Tren Maya).

Stan Lee nos heredó una frase que nadie puede soslayar, ni los defensores a ultranza de la cuarta transforma­ción, ni aquellos cuyo afán primigenio es la de torpedarla: “Un gran poder conlleva una gran responsabi­lidad”.

Aunque mucho quisieron terminar su sexenio diciendo “¡Excélsior!” a la manera de Stan Lee, creador del Hombre Araña, Hulk, los X Men y los Vengadores, personajes que no hubieran podido actuar de manera más eficiente y protocolar­ia como lo hizo la Policía de la CdMx en San Juanico, mientras las autoridade­s del Edomex

_ desapareci­eron como chupados por el guante de Thanos, esperando que el Dr. Strange lo resolviera todo.

Así, guardo mi foto con Stan Lee —donde no se sabe quién es quién—como mi licenciado Peña atesora la amistad de la Loca academia de Javidús.

Consejos de Stan para panistas: “Todos necesitamo­s un ídolo y hay que buscarlo en la ficción”

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