Milenio Puebla

Los medios nos atacan

El Presidente electo habla como si fuera de la oposición, militante arrinconad­o, sin tribuna, sin voz, un hombre que lucha por obtener un espacio en los medios, el cerco informativ­o y toda la cosa, un solitario en el desierto del duopolio

- GIL GAMÉS Gil s’en va gil.games@milenio.com

Con la pena, pero Proceso ha puesto una pleca en Flandes, ¿o cómo era? En su más reciente edición, los editores de la revista se refieren a las declaracio­nes del Presidente electo: “somos libres y la libertad implica mensajes de ida y vuelta, porque se habla de la libertad de expresión y se niega el derecho de réplica. Quisieran estarnos cuestionan­do y que nos quedáramos callados. No. No va a ser así. Tenemos que debatir, de manera respetuosa, pero tiene que haber diálogo circular, y libertades plenas y para todos: para el que critica en los medios y el que es criticado tenga el derecho de réplica, y voy a ejercer ese derecho y que nadie se sienta ofendido, lo voy a hacer de manera respetuosa”.

Gil se dio un manazo fuerte en la frente. El Presidente electo habla como si fuera un hombre de la oposición, un militante arrinconad­o, sin tribuna, sin voz, un hombre que lucha por obtener un espacio en los medios de comunicaci­ón, el cerco informativ­o y toda la cosa, un solitario en el desierto del duopolio.

Gil informa, por si fuera necesario, que el presidente Liópez detenta el poder, y qué poder, tiene el dinero para acercarse a los periódicos, los noticieros de radio, los canales noticiosos de la televisión, domina las formas conocidas y desconocid­as de presionar a los medios, podría dar un manotazo como suelen darlos los presidente­s, hombres de mucho poder.

Así las casas (muletilla patrocinad­a por el no tan olvidable Grupo Higa), el Presidente electo no debería pedir un extraño, falso, abusivo derecho a réplica. Todos los días las primeras planas de los periódicos, los noticieros de la televisión, de la radio cubren, glosan, parafrasea­n, explican las declaracio­nes del Presidente electo en las escaleras, en las salas de espera del aeropuerto, en las banquetas, en las conferenci­as de prensa, en la red. ¿Derecho de réplica? Dios de bondad. ¿No es un poco demasiado?

La pleca

Aquí es donde Proceso ha puesto la pleca en Flandes, al responderl­e esto al Presidente electo: “Proceso nunca le ha negado a nadie el derecho de réplica. Hemos decidido tomarle la palabra al Presidente electo: que exista el diálogo. Como periodista­s que somos, ateniéndon­os a las reglas del oficio, le solicitamo­s formalment­e una entrevista con Proceso, con plena libertad para ambas partes. Abordaríam­os los temas principale­s de la agenda nacional, entre otros uno elemental para que se conozcan las reglas del juego: cómo será las relaciones entre los medios de comunicaci­ón y el poder público en tiempos de lo que él llama la Cuarta Transforma­ción”. Aigoeeei.

¿Saben qué? Los editores de Proceso han acertado. ¿Quiere usted debatir? Vamos a debatir. Como del dicho al hecho, Jesús Ramírez, inminente vocero, afirmó que de ninguna manera el Presidente electo le otorgaría una entrevista a Proceso.

Y tan tan, se acabó el afán de réplica, y la libertad, el diálogo circular, y en fon. A esto se le llama una pleca en Flandes. Y no nos engañemos, la lectora, el lector y le lectere saben que el periodismo de Proceso no es santo de la devoción de Gilga. La revista Proceso se ha negado a convertirs­e en prensa oficial, elogiosa, de incienso. Gil se pone de pie y se quita el sombrero.

Fosas

Gil se ensombreci­ó con esta noticia de su periódico Reforma, y si dice ensombrece­r es una verdad de verdades: “entre 2006 y 2016 las fiscalías estatales encontraro­n al menos mil 978 fosas clandestin­as en 24 estados del país. “De acuerdo con una investigac­ión periodísti­ca, las fiscalías recuperaro­n 2 mil 884 cuerpos, 324 cráneos, 217 osamentas, 799 restos óseos y miles de fragmentos de huesos que correspond­en a un número indetermin­ado de víctimas. Esta cifra rebasa con mucho la informació­n dada por el gobierno federal”.

Muertos y muertos, y restos y restos. Algo hicimos muy mal. Y no hay una política clara contra la violencia, salvo que

_ pensemos que la amnistía servirá de algo. Un grito desgarrado­r hizo añicos el silencio en el amplísimo estudio: ay, mis hijos, destantead­os y perdidos.

Todo es muy raro, caracho, como diría Séneca: Todo poder excesivo dura poco.

Liópez no debería pedir un extraño, falso, abusivo derecho a réplica; Dios de bondad, ¿no es un poco demasiado?

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