Una de romanos
No se sabe qué es más intrincado, complejo y telenovelesco, la negociación del Tratado de Libre Comercio (que ha sido un culebrón de la talla de La fea más bella), el tránsito de los migrantes hondureños por México (que ha extraído con fórceps al pequeño Donald Trump que muchos mexicanos traen dentro), las consultas sobre los ex presidentes que podrían ser investigados por corrupción (aquí debería de incluir fotos de los personajes en medio de una diana para que la gente las pegue a la pared y les lance dardos para decidir cuál va primero), el debate por la Guardia Nacional (bueno, los amantes del militarismo ahora nos quieren desmilitarizar y el que más nos desmilitarice un gran desmilitarizador será), o el alucinante proceso de la película Roma, de Alfonso Cuarón, que originalmente solo aparecería en Netflix, pero que pudiera también tener su proyección en cines.
La verdad sea dicha, esto no tendría que ser un problema; no solo porque el filme no puede ser más mexicano (en el sentido más profundo, más íntimo, más memorioso y nada patriotero), sino porque la historia que cuenta es poderosa y conmovedora, poblada de referencias y mensajes, metáforas y sonidos que te remueven mente e intestinos.
Roma no puede ser más chilanga, pero va más allá y es capaz de hurgarle las entrañas a cualquiera; no puede ser más meticulosa y apantallante, pero no de una manera mamonamente preciosista porque cada sonido moldeado con rigor y nitidez, cada tonalidad que se despliega responde más que a una necesidad estética a una urgencia sensorial; Roma no puede ser más clasemediera (la Roma, la clasemediera, la intelectual), pero expande sus exploraciones y hallazgos hacia todo el espectro social sin distingos ni piedad. Pejefans y fifís y el proletariado sin cabeza serán tocados por igual.
Imposible no estar tentado a sacar spoilers de la chistera. Lo de El profesor Zovek sí me llega.
Ojalá que antes de que se llenen los cines de verano se apague la avaricia de los dueños de los cines y podamos ver esta historia cuaronesca que es nuestra, donde se cuenta, como diría Sabina, una de romanos.
La historia que cuenta la película Roma es poderosa y conmovedora