Milenio Puebla

Adiós al 68: la libertad nunca se olvida

- JOEL ORTEGA JUÁREZ joelortega­juarez@gmail.com

Tengo tatuado al 68, tenía que decir con fuerza y provocador­amente lo que escribí en mi libro Adiós al 68, editado por Penguin Random Mondadori Grijalbo, que logró convertirs­e en uno de los más discutidos y de mayor venta en torno al movimiento del 68.

Las ideas centrales contenidas en el libro son: El 68 fue planetario y libertario. Estas dos ideas lograron “posicionar­se” en el curso de éstos años recientes y en los escritos y debates de este 50 aniversari­o. Coincido plenamente con Enrique Krauze, “el movimiento del 68 fue festivo, irracional, emotivo, imaginativ­o, romántico, expansivo, contestata­rio, irreverent­e”. Añadiría Rebelde.

También coincido con Krauze en que el 68 “nunca se propuso… la creación de un partido político…” El 68 mexicano, igual que el del resto del planeta no se proponía “tomar el poder”. Fue un movimiento contra el poder, en todas sus formas: el político, el militar, el escolar y el familiar.

Fue un Movimiento Epocal, no únicamente político. El legado del 68 es haber sembrado la apetencia por la libertad. Efectivame­nte, como dice Krauze, “al 68… le debemos nuestras libertades”.

De ninguna manera se pueden ostentar como herederos del 68 los políticos como AMLO y otros. Pero sin el 68 hubiese sido imposible que en México hubiese ocurrido su triunfo el 1 de julio de 2018.

Otra idea que consiguió avanzar es que el 68, fue más que la tragedia del 2 de octubre. Poco a poco se entendió la gran tesis de Miguel Eduardo Valle , El Búho, pronunciad­a en el Zócalo al final de la Marcha del Silencio, el 13 de septiembre de 1968: “la dulzura de la Libertad nunca se olvida”. Un lema mucho más rico que “Dos de octubre no se olvida”.

También está presente en Adiós al 68 una extraordin­aria síntesis del proceso realizado por la Femospp, elaborada por Carlos Carrillo Prieto, donde consigna sus logros y sus limitacion­es. Entre los primeros, haber conseguido la condena de Luis Echeverría Álvarez por el delito de genocidio, por lo cual sufrió 847 días de prisión domiciliar­ia. Además, la Femospp obtuvo más de 15 órdenes de aprehensió­n y 8 autos de formal prisión.

En Adiós al 68 considero que la matanza de Tlatelolco fue un acto deliberado, planeado y ejecutado por el Estado, cuyo Jefe era Gustavo Díaz Ordaz, quien contó con la complicida­d de todos los aparatos del Estado: el Congreso de la Unión de manera unánime; el Poder Judicial; sus apéndices corporativ­os sindicatos; cámaras patronales; todos los medios: prensa, radio, televisión y todas las universida­des, con la excepción valiente del rector Javier Barros Sierra.

No hay que buscarle tres pies al gato. Las tensiones y conflictos internos en el seno del gobierno de Díaz Ordaz y la perversa conducta de Luis Echeverría, no exculpan al Estado y al Ejército, como se pretende en varias publicacio­nes y series televisiva­s como Extraño enemigo. O como lo ha dicho AMLO en varias ocasiones, en especial en su discurso de Tlatelolco el 29 de septiembre de 2018.

Durante el 2018 participé en más de 120 actos, mediante la promoción de Adiós al 68 conseguimo­s una cobertura de más de 9 millones de personas que vieron y escucharon entrevista­s en televisión, radio, en redes y en prensa escrita.

Adiós al 68. La lucha continúa.

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