Wanderlust: porque amar y desear no es igual
La serie británica de Netflix es una hermosa obra televisiva que, con sus bemoles, presenta los claroscuros de una de las múltiples alternativas a la monogamia
Me gusta el significado de la palabra inglesa wanderlust: “fuerte deseo o impulso de recorrer y explorar el mundo ”. Aunque aplica en los viajes, podemos interpretar el término de manera más amplia .¿ Quién no ha querido ir más allá de su colonia? ¿Saber qué sucede en la casa de enfrente, en la vida privada de alguien más, en la manera en que ven el universo las personas que nos parecen diferentes?
En la serie que lleva ese nombre y está disponible en Netflix, se entiende que está relacionado con las parejas. El planeta es inmenso. Lo mismo pasa con la vida amorosa y sexual de cada persona: las posibilidades son infinitas, pero es una costumbre social milenaria el tener que decidir por una sola entre millones de seres humanos.
Wanderlust comienza de la manera típica: el matrimonio de Joy (Toni Collette) y Alan (Steven Mackintosh) ha durado más de dos décadas, tienen tres hijos, trabajos que les gustan… y, sin embargo, han perdido el deseo uno por el otro. No hay negligé que levante los ánimos del marido ni piropo que ella encuentre seductor. Simplemente, no les apetece tener un encuentro erótico. Lo intentan, eso sí, porque se aman, pero todo termina siempre mal.
Ambos se topan con dos personas que les levantan el ánimo sexual de manera inesperada. Para él, se trata de una compañera de trabajo. Para Joy es el policía que acude a la misma clase de hidroterapia. E intercambian caricias con ellos. Cuando llega el momento de volver a encontrarse en su colchón, se dan cuenta de que la culpa es uno de los sentimientos más obstinados y penosos que se pueden experimentar, así que confiesan lo sucedido.
Entonces comprenden que llegaron a
¿Es fácil cambiar la idea de las relaciones amorosas, el cliché inmemorial sobre el amor único hasta la muerte?
esa situación no porque se hayan dejado de amar o estén hartos uno del otro, sino porque es excitante recorrer un nuevo lugar en el mapamundi del deseo. Con las erecciones y las lubricidades recuperadas, tienen el brío para confesar: “Ya no me prendes, pero quiero seguir sintiendo ese fuego abrasador sin tener que dejarte”. Ambos dan, entonces, un nuevo “sí”.
A partir de este momento su vida cambia, al igual que la de sus hijos, sus amantes y las personas que los rodean en un pueblo británico. No hay vuelta atrás, han dado el paso que los separa de la monogamia con una alegría digna de un niño en su cumpleaños, pero, ¿es así de simple cambiar un esquema de vida, una idea de las relaciones amorosas, un cliché inmemorial sobre el amor único hasta la muerte?
El capítulo 5 se queda en la rayita que divide una visión franca y sin tapujos del regreso al prejuicio del amor romántico, al redil tras la devastación (creada por muchas cosas más que la infidelidad). No habla del poliamor, como la promueven, pero me parece que Wanderlust es una hermosa obra televisiva, con planos abiertos, secuencias largas, donde los personajes sí parecen seres humanos que anhelan, sufren y tratan de deconstruirse para después reconstruirse en una sociedad que sigue exigiendo que al llegar el amor, se acabe la libertad.
Se las recomiendo.