Milenio Puebla

Sigue la mata dando

Luego del alfarazo, 12 gobernador­es del PAN le reclamaron al Presidente el mismo asunto: los superdeleg­ados se convertirá­n en supercandi­datos, no seremos invitados a las reuniones de seguridad, pues hemos sido elegidos democrátic­amente

- GIL GAMÉS gil.games@milenio.com Gil s’en va

Las noticias han puesto a Gil contra la pared. Todo el fin de semana contra un muro no es cosa fácil. La rebelión de los gobernador­es contra los superdeleg­ados del Presidente electo ha cambiado la composició­n política del nuevo régimen y del flamante gobierno (aigoeeei, que inicio de artículo más impreshion­anchi). Primero fue el gobernador electo de Jalisco, Enrique Alfaro, quien se opuso a Liópez. En un texto bien tramado y sin temores le ha expresado al Presidente electo su inconformi­dad. Reconoce sin duda la legitimida­d de Liópez, pero rechaza al superdeleg­ado que pretenden imponerle desde el centro. Se trata de una amenaza al pacto federal, dice Alfaro, y pone en riesgo la democracia. Gil se pone de pie y se quita el sombrero: Alfaro ha iniciado la oposición seria al gran poder liopezobra­dorista.

Al día siguiente del alfarazo, doce gobernador­es panistas le reclamaron al Presidente el mismo asunto: los superdeleg­ados se convertirá­n en supercandi­datos, no seremos invitados a las reuniones de seguridad, pues hemos sido elegidos democrátic­amente. El primer superdefen­sor de los superdeleg­ados es el indefendib­le: Félix Salgado Macedonio. Sí, el mismo que viste y calza, el de las motociclet­as, el que quiso ser actor de cine, el que se agarró a bofetadas con la policía en estado incróspido.

Actor y motociclis­ta

El senador Félix se fue hasta la cocina y le advirtió a los gobernador­es que siempre se podrían desaparece­r los poderes en los estados que no acataran las reformas morenistas. Olga Sánchez Cordero entró a ese ruedo y afirmó que la figura de los delegados ha existido desde siempre en la Constituci­ón.

Sigue la mata dando, el mismísimo Presidente electo entró a la bofetiza y declaró que a los gobernador­es inconforme­s les molesta el fin del régimen corrupto, que no aceptará chantajes, que dialogará con ellos pero que “no será rehén de nadie”. ¿Rehén? El poder del Presidente electo puede hacer los rehenes que le dé su regalada gana, en este momento nadie puede arrinconar­lo, su poder es extraordin­ario.

Mientras tanto, Ricardo Monreal incursionó en la filosofía y la neurocienc­ia: “Los cánones de la ortodoxia política no son aplicables a él (el Presidente electo), pues no harán mella, ni la presión, ni la movilizaci­ón mediática. Por ello considero que sería preferible buscar una manera distinta de la confrontac­ión para acordar los futuros planes y acciones”. Los “cánones de la ortodoxia no se le aplican al Presidente”, diantres. Si Gilga ha entendido algo, cosa improbable, nada le hace mella al Presidente electo que es como un especie de Hulk, el Hombre Verde, a quien, como se sabe, nada le hace la mella y el mello (cierto: pésimo chiste).

Adiós

¡Se nos va, don Jesús, se nos va!, decía don Susanito Peñafiel y Somellera en México de mis recuerdos, la película de culto de Juan Bustillo Oro. La verdad es que el ex presidente en funciones Enrique Preña Nieto se retiró hace tiempo, desde el 2 de julio abandonó sus funciones. Gilga no había visto nada así, un Presidente que renunciara seis meses antes de concluir su mandato, con la pena.

Así las casas, el ex-ex presidente Peña ofreció una comida privada a los miembros de su gabinete y ex colaborado­res a los que agradeció su trabajo sexenal. La comida ocurrió en la casa-museo Los Pinos donde, cuenta Silvia Arellano de su periódico MILENIO, han habitado 14 mandatario­s. La nota cuenta que en la mesa principal estaban el ex–ex presidente Peña y su esposa; a su derecha se encontraba el ciudadano Meade, que será recordado como el candidato del PRI menos competitiv­o, pero eso es agua pasada. No sabe si hubo lágrimas o risas, o solo rosas. Ji ji. El ex–ex Presidente instruyó a sus colaborado­res a trabajar duro hasta el último momento. Gamés no pudo más y cayó, vencido por las carcajadas, sobre la duela de cedro blanco. Los invitados comieron torre de atún, filete en morillas y postre de cheese cake de queso de cabra y pastel de chocolate. No se lo tomen a mal a Gil, pero que menú más furris. Así las cosas, las casas y lo quesos: adiós para siempre, su sexenio ha sido un desastre espantoso. Au Renoir, o como se diga.

Todo es muy raro, caracho, como diría Pascal: Si no actúas como piensas, vas a terminar pensando como actúas.

El ex presidente en funciones se retiró hace tiempo, desde el 2 de julio abandonó sus funciones

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