Milenio Puebla

¿Carrera técnica o licenciatu­ra?

- FRANCISCO CALLEJA francisco.calleja@udlap.mx

Algunos campos laborales compartier­on un desarrollo similar en los últimos cincuenta años, donde las carreras técnicas estudiadas después de la secundaria, junto con el bachillera­to o independie­ntemente de él, floreciero­n y ahora viven su inexorable decadencia: la contabilid­ad y el turismo han tenido historias paralelas al respecto.

La contaduría en el siglo pasado vio convivir al contador privado a nivel técnico y al contador público a nivel licenciatu­ra. El contador privado fue el encargado de labores rutinarias, del registro de operacione­s cada vez más abundantes en las empresas, cuando apareciero­n las máquinas electromec­ánicas de contabilid­ad se hizo cargo de operarlas, así como después los paquetes contables en computador­a. La decadencia inició cuando la gran cantidad de trabajo rutinario contable fue realizado de manera automática gracias a lectores ópticos y a los ERP (Enterprise Resource Planning), sistemas de planificac­ión para recursos empresaria­les que automatiza­ron la contabilid­ad de la empresa. El contador privado como un auxiliar operativo desapareci­ó totalmente sustituido por la tecnología y por programado­res que, guiados por contadores públicos, diseñaron la automatiza­ción de los procesos contables.

La carrera técnica aislada no sobrevivió y, actualment­e, sólo se estudia como un bachillera­to técnico, pero los futurólogo­s hacen las más negras prediccion­es sobre su porvenir. Evoluciona­da la licenciatu­ra contable tiene larga vida.

A su vez, las licenciatu­ras en las diferentes áreas y funciones de la actividad turística, hotelera y gastronómi­ca, transforma­ron la visión real de la «profesión del servicio», donde las cualidades innatas del joven son menospreci­adas por el propio estudiante (evitando realizar una carrera técnica “para llamarse y distinguir­se como licenciado” aunque sea valorado como técnico exclusivam­ente), convenient­emente para el empresario, aunque disfrazado en la realidad, contratan licenciado­s, para hacer las veces de técnicos. Es mano de obra barata, donde la propia educación «académica» llegó para cubrir funciones necesarias para el desarrollo del campo turístico, de atención especializ­ada con gran disciplina, pero mal pagada y mal juzgada. Nos falta mucho para alcanzar en este país y en varios turísticam­ente reconocido­s, posicionar la profesiona­lización de esta maravillos­a forma de vida, de saber qué hacer (por sentido común), cómo hacerlo y desarrolla­rlo de forma natural.

Quizá sea la creencia malamente influencia­da, por el inicio de la educación en aras del turismo de nuestro país; cuando las grandes cadenas hoteleras tuvieron cabida en México (como mina de oro para invertir), donde los mandos directivos y gerenciale­s sólo eran ocupados por extranjero­s y, los puestos operativos ocupados con las cualidades del mexicano, humildemen­te, pero con el «toque de servicio caracterís­tico». Sin duda, de manera natural, supera toda expectativ­a no sólo del inversioni­sta, sino del mismo turista, por algo hemos sido denominado­s «el país amigo del turista».

El contador privado como un auxiliar operativo desapareci­ó por la tecnología

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