Milenio Puebla

Piloto del Chapo, testigo clave

Informante sin rostro. Un compadre de Guzmán reveló que el capo contaba con un experiment­ado piloto de las fuerzas armadas de EU y una decena de empleados para el trasiego y venta de cocaína

- IVÁN ORTIZ

Desde la noche del domingo se pidió a las cuatro dibujantes de la corte que se abstuviera­n de pintar su rostro y ayer muy temprano la vigilancia en los alrededore­s de la Corte Federal de Brooklyn resultó más intensa que de costumbre. La expectació­n por conocer al misterioso testigo protegido de la fiscalía creció en la tercera semana del juicio contra Joaquín Guzmán, El Chapo.

Resulta que en el juicio ya conocían a Miguel Ángel Martínez, el personaje “que se metía más cocaína que una fiesta universita­ria”, a decir del abogado defensor del Chapo, Jeffrey Lichtman.

Apodado El Gordo, El Compadre y El Tololoche, el testigo describió su relación con el cártel de Sinaloa, desde que empleados de Guzmán lo ficharon en 1986, cuando supieron que era un piloto que traficaban fayuca de EU a México, hasta que decidió abandonar el cártel en 1998.

Relató los cientos de viajes para traficar cocaína en que se vio involucrad­o, primero como piloto luego, como guía de pilotos y finalmente como gerente y administra­dor de la empresa fachada.

Por vez primera en este juicio un testigo involucró a ciudadanos estadunide­nses en las empresas del capo. El Compadre dijo que El Chapo contaba con un experiment­ado piloto de las fuerzas armadas de EU y una decena de empleados que distribuía­n droga y cobraban el dinero, aunque no mencionó nombres.

Dijo también que entre los sobornos estuvieron las dos o tres veces que entregó 10 millones de dólares a Guillermo González Calderoni, agente de la extinta Dirección Federal de Seguridad, protegido de la DEA y asesinado en Texas en 2003.

Eran tan cercanos que cuando El Chapo se enteró que la esposa de su gerente estaba embarazada, le pidió que lo dejara apadrinar a su hijo. Desde entonces se hicieron compadres.

Para ilustrar su cercanía con las actividade­s del cártel de Sinaloa, explicó los nexos con el cártel de Medellín, con el de Cali y con el de Norte del Valle: “Con los tres teníamos el compromiso de cruzar cocaína a EU a cambio de 45 por ciento de las ganancias”.

Calvo, aparentand­o más de 60 años, vestido de traje y acompañado de una mujer, el “testigo sin rostro” recordó también las negociacio­nes a las que habían llegado en caso de algún decomiso.

Habló de las relaciones de su jefe con Amado Carrillo, con El Güero Palma, con Nacho Coronel, con los hermanos Arturo y Héctor Beltrán Leyva, con Juan José Esparragoz­a, El Azul, y con Ismael El Mayo Zambada, entre otros. “Era uno de los líderes de la organizaci­ón”, sentenció.

Aunque las medidas de seguridad son extremas en la corte, Emma Coronel logró meter un celular a la sala donde estaba el líder del cártel de Sinaloa, por lo que el juez Brian Cogan ordenó una nueva revisión, porque entró a la sala con un celular.

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