La honorable multipropiedad
Hayquerepararydetenernosunpoco en los hechos honorables que también suceden en el futbol mexicano. Me refiero a la extraordinaria limpieza con la que se jugó la noche del sábado pasado el partido entre los Tuzos del Pachuca y el León.
Ambos equipos pertenecen al Grupo Pachuca, presidido por Jesús Martínez. Del primero él mismo ejerce como presidente, del segundo lo hace su hijo. Son pues de una misma propiedad. Parte del fenómeno referido como multipropiedad, tan atacado desde el primer día que se presentó con justos argumentos.
Bastaba al Pachuca el triunfo y los tres puntos para asegurarse un lugar en la Liguilla. El León, aunque ganara por goliza tenía imposible seguir en el torneo, estaba eliminado en esa última fecha de la fase regular del torneo.
El partido terminó con un empate a un gol. Sumando un punto, los Tuzos quedaron eliminados.
El León peleó con gran profesionalismo durante todo el partido. Ningún jugador dejó de correr, de batirse para evitar el gol del adversario. Buscaron también el gol del empate y luego el del triunfo, que casi cae en el segundo tiempo.
Desde su zona de dirección, el entrenador de los Panzas Verdes, Ignacio Ambriz, no dejó de alentar a sus jugadores para que se mantuvieran atentos. No hubo absolutamente nada que pudiera catalogarse de raro y mucho menos sospechoso. Ni un penalti fabricado, ni una falta fuera del área, ningún momento en el que nadie se hiciera el tonto. Me sorprendió, el coraje con el que el portero Rodolfo Cota hasta hizo tiempo buscando desesperar a los Tuzos.
El partido terminó con un empate a una anotación. Sumando un punto, los Tuzos quedaron eliminados.
La multipropiedad de clubes, hay que reconocerlo, no se ha traducido en transas, en arreglo de marcadores. Aun así no es lo ideal. Pero hay que reconocer que no ataca la credibilidad de la competición.
La multipropiedad de clubes, hay que reconocerlo, no se ha traducido en transas