Una Liguilla por kilos
Bastantes Liguillas hemos vivido todos para saber que la forma de ganar cada serie implica forzosamente sumarle a la calidad, un alto grado de compromiso y arrojo. El equipo, el entrenador, los jugadores y hasta los directivos que no entiendan esto, estarán casi perdidos.
La fase final del futbol mexicano termina echando a los equipos que tienen menos actitud ganadora. No es ninguna simpleza.
Suele pasar que equipos que se han mostrado todo el torneo tan poderosos o dominantes salen a la cancha a pasearse, a creer que con el simple nombre van a ganar y, habitualmente, ahí se acaban, generando grandes fracasos y tristeza entre sus seguidores. Por eso es que tan seguido los números uno o dos de la tabla general no pueden llegar al título.
No estoy diciendo que solo con más ganas que el otro se puede ser campeón en el futbol mexicano. Por supuesto que el factor calidad y dominio de un sistema, pasando por el buen momento futbolístico y físico de los mejores elementos, es fundamental. Como lo es también la disciplina y la concentración. En una mala noche de furia todo puede quedar en la basura.
Pasa también que hay equipos que vienen cerrando fuerte y aunque entran a la Liguilla de última hora llegan en mejor performance que los que se mantuvieron arriba siempre haciendo la tarea desde el principio del torneo.
No parece que esto último aplique para un Cruz Azul, América, Pumas y Santos (los cuatro primeros de la clasificación)… Pero sí los otros postulados. Si no se toman en serio esto y le ponen muchos kilos más de güevos, no servirá de nada todo lo que hicieron.
El secreto para ganar una Liguilla es de verdad querer ganarla. Y no solo decir que la quieres ganar y distraerte con tonterías y provocaciones absurdas.
Definitivamente me gusta el formato con el que el futbol mexicano define a su campeón. Garantía de drama y emoción.
Si no se toman en serio esto y le ponen muchos kilos más de güevos, no servirá de nada lo que hicieron