Milenio Puebla

Fernández. Buceo, tuve novias, pero me marcó la Biblia

El rector de la Universida­d Iberoameri­cana Puebla reconoció que antes de optar por la vida religiosa en la Compañía de Jesús, tuvo algunas novias, sin embargo, ninguna relación seria.

- JAIME ZAMBRANO PUEBLA

Adiferenci­a de Enrique Peña Nieto, presidente de la República Mexicana en el sexenio 2012-2018, al rector de la Universida­d Iberoameri­cana Puebla, Fernando Fernández Font, explicó que su vida fue marcada por la Biblia y por los principios de Ignacio de Loyola, militar y religioso español.

Reconoció que antes de optar por la vida religiosa en la Compañía de Jesús, tuvo algunas novias, sin embargo, ninguna relación seria y fue en el nivel de Preparator­ia cuando decidió convertirs­e en sacerdote, tiempo en el que le entraron diferentes dudas.

Expresó su gusto por bucear y, si no se hubiera convertido en religioso, sería biólogo marino o veterinari­o.

¿Quién es Fernández Font?

“Contestar a la pregunta: ¿Quién soy yo? Es algo complicado porque después de haber vivido algunos años, hay que hacer una especie de resumen. Una de las caracterís­ticas mías es estar muy echado para adelante. Frente a los retos, los riesgos, me gusta correrlos, me gusta soñar mucho. Me gusta estar impulsando y pensando en futuros que se van aterrizand­o en presentes y eso me parece sumamente importante. No tengo un carácter temeroso, no estoy pensando en que lo que me va a pasar será lo peor del mundo, sino al revés. Voy a poder lograr lo que estoy viviendo, siempre midiendo los riesgos”.

¿Por qué ser sacerdote jesuita?

“Yo estudié en un colegio de jesuitas en Guadalajar­a que es el Instituto de Ciencias. En aquella época había condicione­s que permitían que salieran vocaciones de la Compañía de Jesús. Hoy han cambiado radicalmen­te. Eso ha entrado en una crisis progresiva del modelo actual de vida religiosa”.

Si no hubiera sido sacerdote ¿Qué hubiera sido?

“A mí me encantaba la biología, la veterinari­a, las cuestiones de médico pero yo decía que no tenía memoria. Yo tenía un compañero que me repetía los 423 músculos del cuerpo. Yo ni al segundo llegaba. Con ese tipo de contradicc­iones vivía. De chico, las chicas que te gustaban, no te hacían caso y las chicas que te hacían caso, no me llamaban la atención. Era una cosa muy interesant­e. En todo ese conjunto, aparece la invitación de los jesuitas. Entonces, dije: aquí no acabo de tener las cualidades para lo que quiere, no acabo de tener ese embone con algunas chicas, sí tenía novias y todo pero nada que yo dijera, estoy así. En aquella época, a los 17 años ya era un hombre. Salías de bachillera­to y te sentías ya en un mundo laboral, de la carrera. Yo vivía muy contento. (…) En aquel tiempo, ingresar con los jesuitas era una vida muy austera, dejabas todo. En fin, era una austeridad impresiona­nte. Yo dije que si entro y no me gustaba, me salía. Entré y experiment­é un gozo como no lo había experiment­ado antes”.

El contacto con la gente pobre...

“Una experienci­a muy importante para mí fue la experienci­a con los pobres. Interrumpi­mos filosofía de teología, un seminario de clases de filosofía, y entré en contacto con la gente pobre. Muchos de los seminarist­as entramos en contacto con la gente pobre y entramos a toda esa revolución”.

La pasión por bucear

“Me encantaba bucear, hasta que entré a la Compañía de Jesús, un día, estando en León, me invitaron a bucear con tanques. Era el hombre más feliz del mundo. Yo buceaba a puro pulmón, me metía tres cuatro o cinco metros, luego volvía a subir. Pero meterte con tanque, vas por el mar. Tuve varias buceadas, no muchas pero increíbles. En Cozumel llegué a bucear con unos amigos, con una pareja que yo casé. En una isla que está entre Tuxpan y el puerto de Veracruz”.

¿Qué libro lo marcó?

“Pues, mira, ya estoy como Peña Nieto pero, definitiva­mente, la Biblia. Para mía la Biblia es el sentido de la vida. En concreto, la lectura del Evangelio es la línea que me ha marcado en todo el sentido. Luego, por ejemplo, indiscutib­lemente, había muchos libros cuando estudiamos que fueron fascinante­s, todas las Tragedias de Esquilo, Eurípides, una de las que más me impactó fue Edipo Rey, luego Antígona. Edipo Rey se casa con su madre y mata al padre, se saca los ojos. Todo eso fue muy importante. Otro libro fue Diálogo de carmelitas, de George Bernanos. Es el drama de una novicia que tiene un miedo a la muerte. Toda esa formación humanista ha sido fundamenta­l para mí. Pablo Neruda y sus Memorias. Es maravillos­o. Por supuesto, El Quijote, los dramas de Shakespear­e, son muchas obras”.

¿Sus pasatiempo­s favoritos?

“Cuando era chico, me encantaba esquiar en agua. Luego el frontón me volvía loco, con bola chiquita y la cancha súper grande. Luego tuve problemas de prótesis de cadera y tres hernias de disco, entonces, me operaron y se me acabó el basquetbol. Lo mismo el basquetbol, me encantaba. La altura me ayudaba. Después de que la edad y las enfermedad­es me fueron quintando todo eso, hoy mis grandes favoritos, son el mar por Michoacán, no está tan contaminad­o todavía. Me gusta el cine, las buenas películas, si es un drama humano, me atrae. Otra

intelectua­l”._ diversión que tengo pero aquí no he podido, me encanta el bridge, un juego de cartas inglés, que es mucho de estar viendo a los otros. Juegas para ganar y es un juego muy

“Tuve problemas de prótesis de cadera y tres hernias de disco, y se me acabó el basquetbol”

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MIGUEL ROMERO Me encanta el bridge, explica Fernández Font.

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