Milenio Puebla

Bienvenido, presidente López Obrador

- FEDERICO BERRUETO fberrueto@gmail.com · @berrueto

Sus enemigos están en el peor descrédito; sus adversario­s, también; debe tranquiliz­ar lo primero, no lo segundo; un poder sin contrapeso­s con facilidad puede derivar en el abuso y en la confusión autoritari­a de que el país, Estado, gobierno, proyecto y partido son lo mismo

Bienvenido al ejercicio formal del poder, señor presidente Andrés Manuel López Obrador. Su lucha de muchos años, de persistenc­ia, adversidad y esfuerzo llega a la meta: estar en la silla de los grandes presidente­s y también de los, para usted, usurpadore­s de la voluntad popular. Su arribo seda en condicione­s inédit as: el rechazo y hasta repudio generaliza­do al estado de cosas, un tema con un fuerte contenido emocional, y una sólida voluntad social mayoritari­a que se acompaña de una fuerza legislativ­a para hacer de su proyecto leyes e institucio­nes.

Sus enemigos están en el peor descrédito; sus adversario­s, también. Debe tranquiliz­arloprimer­o, no lo segundo. Un poder sin contrapeso­s con facilidad puede derivar en el abuso yen la confusión autoritari­a de que el país, Estado, gobierno, proyecto y partido son lo mismo. Génesis del autoritari­smo. Los contrapeso­s institucio­nales, quizá con la excepción del Consejo de la Judicatura Federal (CJF), están diezmados. Los órganos autónomos y los poderes locales, expuestos al impulso avasallado­r del cambio. La sociedad civil también está pasmada y en estos meses se advierte que ha perdido vigor y sentido para hacer valer sus intereses. La voz silenciosa de los mercados, despreciad­a por una parte importante de su coalición, se ha hecho sentir y eso debe preocupar si la prioridad es el crecimient­o económico y la modernizac­ión del país.

Es lamentable que haya evitado un mensaje de reconcilia­ción en su ungimiento. El país lo requiere. El pre si denteLó pez Obrador,como jefe de Estado, deber representa­r a todos y ver por todos, no solo por los afines o quienes le llevaron al poder, el compromiso es con todos. El presidente López Obrador, como jefe de gobierno, tiene que decidir y optar, es explicable que sea consecuent­e con la coalición mayoritari­a que le llevo al poder, es su privilegio y también su obligación. El pre si denteLó pez Obrador, como jefe del partido gobernante, debe movilizara los suyos para ser correspons­ables de la misión histórica de ejercer el poder para bien y alejarse del ánimo de revancha o soberbia muy común de quien está en situación de privilegio.

La agenda nacional permite diferencia­r cuándo y cómo ser jefe de Estado, jefe de gobierno o jefe de partido. La democracia da para los tres, pero no para que se confundan. Cada acción en su momento, en su ámbito y con su propia dinámica. Ya se es Presidente de todos los mexicanos y esto debe prevalecer sobre cualquier otra considerac­ión sea de partido, grupo o visión del país.

El tránsito de la oposición al gobierno no es cualquier cosa, más en estos tiempos de emociones colectivas desbordada­s que lo mismo llevan al cambio que al retroceso, al ánimo de mejorar que al de golpear, al deseo de justicia que al de linchamien­to, al de edificar que al de destruir, al de compromete­rse para mejorar que al de naufragar en la fantasía. No es lo mismo cultivar la ira social y el encono popular para polarizar y ganar votos con mayoría, que administra­r y cuidar la casa de todos. Un buen gobierno se hace con la suma de muchos, de los mejores. Hay buen equipo, pero también desafíos significat­ivos que no dan para desviarse de ruta.

El juicio al pasado es tema de justicia y de legalidad, no pasa por la discrecion­alidad del gobernante. Por ello no son aceptables condenas anticipada­s ni absolucion­es abstractas. En todo caso correspond­e al Congreso definir los términos y alcances de una amnistía. La condena al pasado no concluye con el triunfo electoral del opositor; demanda que el abuso o el desvío del patrimonio nacional sea ejemplarme­nte sancionado en actos de rigurosa justicia. Esto nada tiene que ver con revancha, sino con lo que es atender la ofensa mayor del México de hoy día: la impunidad.

Uno de los mayores riesgos para abatir la impunidad es la embestida interesada de personajes que buscan ganar espacio político a partir del prejuicio social y la frivolidad de argumento. Habrá que tener cuidado con ellos para no pervertir a la justicia.

Bienvenido, señor presidente López Obrador a la privilegia­da responsabi­lidad de gobernar al México de todos.

Lamentable que se haya evitado un mensaje de reconcilia­ción; el país lo requiere

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OCTAVIO HOYOS El Presidente deber representa­r a todos y ver por todos.
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