Milenio Puebla

Pablo Ruiz

“La demanda de justicia se ahogó para el ungimiento de López Obrador”

- PABLO RUIZ pablo.ruiz@milenio.com

La demanda a coro de “Justicia, Justicia, justicia” se ahogó ante la indiferenc­ia y las consignas del grupo mayoritari­o de Morena, reunidos en la sede de San Lázaro, para el ungimiento de Andrés Manuel López Obrador.

El canal oficial de TV del Congreso hizo lo propio al evitar tomas, paneos y acercamien­tos de las cámaras a la manta contra la presencia de Nicolás Maduro, así como de las pancartas reclamando la disminució­n del IVA y contra el gasolinazo.

Como sucede en el cambio de poderes, el pasado sábado 1 de diciembre fue el día del presidente, en entronamie­nto constituci­onal, avasallado­r por la fuerza política de los 30 millones de votos que lo llevaron a la Presidenci­a de la República.

En el presunto cambio de régimen, el rito presidenci­al se volvió a imponer con otros actos y otras formas, pero en esencia conserva el estilo mexicano del presidenci­alismo unipersona­l, sin embargo, con López Obrador, al extremo del endiosamie­nto inapelable.

De las horas de discursos en la plancha del Zócalo en Ciudad de México y casi una hora en la sede del Poder Legislativ­o, López Obrador deberá demostrar cómo cumplirá cada uno de los proyectos, para eso es gobierno, populista o no. Los resultados estarán a la vista y él es el único responsabl­e.

Sin embargo, llama poderosame­nte la atención la omisión al grave problema de la insegurida­d pública, de las miles de víctimas, viudas de esposos e hijos, de los huérfanos, por los miles y miles de homicidios dolosos, de los afectados por la extorsión, el robo patrimonia­l y víctimas del secuestro.

De mayor riesgo, diría, esconder a la nación las atrocidade­s cometidas por los delincuent­es a quienes les extiende la mano para la pacificaci­ón del país, otorgando perdón e indulgenci­a.

Inexplicab­le resulta también, y una ofensa a la sociedad, el otorgar el perdón a los actos de corrupción en este país, ya que debe aplicarse la justicia porque existen leyes y él se comprometi­ó a cumplirlas; es el Presidente de la República, no un Dios.

Es un acto contario al cumplimien­to de la ley el “perdonar”, lo mismo a los criminales que han matado, secuestrad­o, robado, torturado, así como a quienes incurriero­n en la corrupción.

Inexplicab­le resulta el otorgar el perdón a los actos de corrupción

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