Milenio Puebla

Aniversari­o de Nexos

- CARLOS TELLO DÍAZ

Nexos celebra hoy por la noche su 40 aniversari­o con una fiesta para los amigos y la presentaci­ón de una antología que recoge textos de 480 números de la revista, Las décadas de Nexos (1978-2017), publicada en dos tomos en coedición con el Fondo de Cultura Económica.

Tengo frente a mí el número con el que nació la revista, en enero de 1978. Es de gran formato, con letras azules y negras. Anuncia en la portada textos de Carlos Monsiváis, Jean Franco, José Warman y Julio Frenk, y está dirigida por Enrique Florescano. Tiene ya, desde entonces, una sección llamada Cabos sueltos. La dirección de sus oficinas, leo, es Prado Norte 450, en las Lomas de Chapultepe­c. “Nexos quiere ser lo que su nombre anuncia: lugar de cruces y vinculacio­nes, punto de enlace para experienci­as y disciplina­s que la especializ­ación tiende a separar”, dice el editorial con el que aparece la revista. “Aspira a ser un foro donde se expresen los problemas de la ciencia y la tecnología, la investigac­ión económica y social, el ensayo literario, la historia y la realidad política. Es, sobre todo, un intento de exhibir y volver accesibles los conocimien­tos y recursos intelectua­les de que disponemos para entender los problemas estratégic­os de México y, por extensión, de América Latina”. Nexos, en efecto, surgió para incorporar a la discusión pública las reflexione­s de la vida intelectua­l del país, hasta entonces confinadas a la academia. Nació, en palabras de Héctor Aguilar Camín, uno de sus fundadores, después su director más importante, “para ser parte inteligent­e de la vida pública”.

Hay en las oficinas de la revista una fotografía, enorme, en la que aparecen los fundadores de Nexos. Me doy cuenta de que a todos los conocí por esas fechas, a principios de los 80: Enrique Florescano, Rolando Cordera, Carlos Pereyra, Héctor Aguilar Camín, Carlos Monsiváis… El formato de la revista era ya tamaño carta. Su dirección era ya Mazatlán 119, en la colonia Condesa. Y el director de la empresa era ya también, desde hacía un par de años, Héctor Aguilar Camín. Había conocido a Héctor en la casa de un amigo de mis padres, pero nos hicimos amigos en la revista Nexos. Publiqué mi primer artículo, se llamaba “La Venecia de Proust”, en el número 96, en diciembre de 1985. Y publiqué mi primer libro, por 1993, en la editorial Cal y Arena, fundada hacía unos años por Aguilar Camín, entonces dirigida por Rafael Pérez Gay.

Nexos nació en un país que era diferente al que vivimos hoy. Contribuyó a construir, a partir de sus reflexione­s, sus críticas y sus propuestas, la casa que habitamos, ahora, todos los mexicanos. Tiene la responsabi­lidad que tenemos todos, multiplica­da por el prestigio de su voz: cuidarla y protegerla. Mejorarla. Transforma­rla, incluso, “pero no sobre las ruinas, sino sobre los cimientos y con los muros, techos, puertas y ventanas, con que hemos podido capear una adversidad inclemente que, sin embargo, nos ha traído hasta estos tiempos de venturoso cambio”, en palabras de Rolando Cordera, uno de los protagonis­tas en la historia de Nexos.

La revista nació en un país diferente y contribuyó a construir la casa que habitamos

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