¿Y la oposición que ayer se me perdió?
Aciencia cierta no sé qué voy a extrañar más, si Los Pinos como un símbolo del poder más inaccesible como de cuartel general de un villano de James Bond o el avión presidencial cuyos interiores parecen diseñados por el mismo que amuebló el Baby’ O, o a los granaderos que desaparecerán tal y como los conocemos, tristemente para los nostálgicos del echeverrismo.
Todo eso es entrañable, casi tanto como las albercas de Marchelo Ebrard, pero lo que a mí más me puede -más que el unicornio que ayer se me perdió- es el extravío de los opositores de la cuarta transformation. Yo, la verdad, esperaba una actitud menos desesperada y rica en matices, dichosa y hasta un poco festiva.
Pero no, lo que hemos encontrado es un adefesio mal hecho como diría Paquita la del Barrio. Y lo peor no es su actitud de gallina sin cabeza, sino su falta de credibilidad. Digo, como vamos a tomarlos en serio en su calidad de supuestos contrapesos contra la aplanadora pejista, cuando todavía no han podido pasar de la democracia con adjetivos y la ardidez menos sensillita y carismática.
El asunto es que entre más se les oye decir que a estos opositores instalados en la neura que “ojalá le vaya bien a Andrés Manuel porque así le irá mejor a México”, suenan menos verosímiles que la PGR cuando presenta sus casos (bueno, hasta Lozoya Lozoyita le dieron su amparo). Está claro que esperan que todo salga del nabo aunque a los mexicanos les vaya del carajo.
El problema de la oposición es que es una pobre oposición. En vez de ser inteligente, madura y fuerte, ha decidido retorcerse en sus resentimientos y caricaturizarse. Ni siquiera son divertidos o ingeniosos o tan siquiera medio agudos; en realidad son aburridos y sin gracia, deja tú lo clasistas y lo neuras.
Quizá sería importante que los opositores empiece una terapia de aceptación y luego, como sugieren algunos terapeutas a los fanáticos del Cruz Azul, “que pongan los pies sobre la tierra”, no vaya a ser el diablo.
La derrota es un perro infernal.
Ni siquiera son divertidos o ingeniosos o tan siquiera medio agudos