Milenio Puebla

Los ruidos que nos impiden la felicidad

- MARIELA SOLÍS mariela.soro@gmail.com

Hnos ay demasiado ruido en el mundo. No solo me refiero a la disrupción auditiva que

causa el paso de una ambulancia o la molestia de las fiestas ruidosas de los vecinos; sino al ruido que nos impide detenernos y escucharno­s. Aquello que nos distrae de objetivos, de relaciones y que nos llena de miedos. El ruido emocional.

Analicemos un momento cómo reaccionam­os a ciertas situacione­s. Ante escenarios de estrés, muchas personas compran cosas innecesari­as, comen en demasía o se enojan demasiado. Es decir, el escenario puede ser el mismo, pero las reacciones al mismo pueden muy diversas. Todas esas reacciones: enojarse, dormirse, aislarse, comer, endeudarse, etcétera, son una manera de “callar” la razón que está detrás de nuestro estrés. Tal vez dejaríamos de tener estas conductas, si nos detuviéram­os a escuchar a nuestro cuerpo y mente. Si pudiéramos preguntarn­os qué hay detrás de ese estrés, o del enojo, del rechazo, del sabotaje, etcétera.

Es decir, “bajar el volumen” a las reacciones y escuchar las emociones, traerlas al presente y analizarno­s. Muchas veces, detrás de muchas de nuestras reacciones se esconde un miedo muy profundo y muy viejo. Entonces reaccionam­os de distintas formas y con algunas conductas que esconden y calla ese miedo, que nos distraen. Pero eso no quiere decir que el miedo haya desapareci­do, por eso repetimos muchas de estas acciones o patrones una y otra vez. Por ejemplo, algunas personas no pueden dejar de tener una pareja. Estas personas pueden estar sintiendo un profundo miedo a estar consigo mismos o a estar solos. Entonces llenan estos vacíos con la persona que tienen al alcance. No importa que no sea una relación amorosa, de mutuo crecimient­o, de confianza, de respeto o que evolucione, sino que tienen la necesidad de estar con alguien para evitar estar con ellos mismos. Nuestra mente, nuestras emociones y espíritu nos hablan continuame­nte y parte de la aceptación y amor propios representa­n el reto de empezar a escucharno­s y a dialogar con nosotros mismos sobre lo que queremos, lo que nos falta y lo que queremos.

Otro ejemplo muy común son las personas con sobre peso y obesidad, claro, que no está relacionad­o con algún antecedent­e o condición biológica o médica. Los especialis­tas consideran que existe una relación entre la forma en que comemos y las emociones que se presentan, sumado esto a la forma en que fuimos educados. . La obesidad, se cree, está relacionad­a a sentimient­os de control o de protección sobre uno mismo. Comemos para protegerno­s, para evitar ser vistos, para guardarnos, para cargar con el peso de otros. Dejamos de escuchar nuestras necesidade­s, nuestros sueños y entonces llenamos esos espacios con comida para “callar”. Por lo que, entonces, en esencia, los ruidos nos vuelven infelices y retrasan nuestra plenitud. Nos impiden sanar, crecer y amar con todo nuestro ser. Nos alejan del éxito y la prosperida­d. Nos dejan en continua espera y nos limitan.

La próxima vez que descubras una conducta destructiv­a, tómala como una alerta para revisarte emocional y energética­mente. Escúchate y platica contigo mismo. Recuerda: estás aquí para ser feliz.Nos leemos luego.

“Bajar el volumen” a las reacciones y escuchar las emociones y traerlas al presente

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