Viqueira Pop
hasta infantil que resulta profundamente perturbador, ingredientes que siempre pasan por altas dosis de trabajo físico y violencia. Ahora ha estrenado La insoportable levedad del pop con Jennifer Sierra, Rocío Damián, Ángel Luna y Valentina Garibay sobre el escenario del Teatro Benito Juárez del Sistema de Teatros de la Ciudad de México ( jueves y viernes 20, sábados 19 y domingos 18 hrs.).
A lo largo de hora y media, el dramaturgo-director nos lanza a un repaso histórico de la relación entre música pop, medios de comunicación y política en el México contemporá- neo, pasando a cuchillo a todos los presidentes de la República desde Díaz Ordaz hasta Peña Nieto (faltó sin duda Luis Echeverría). A todos pasa a cuchillo (muy de Richard), exprimiendo los nexos entre absurdos, sexosos y convenientes que los artistas del pop mexicano y extranjero han sostenido con los poderosos y sus prepotentes vástagos.
Al final, Viqueira nos propone una reflexión de cómo la industria de la música construye un story telling en el inconsciente colectivo, es decir: cómo transforma, moldea e instala un discurso en la mente de millones de personas deliberadamente. Por tanto, no hay inocencia en la relación poder-música como medio de control de masas. Sin embargo, bananeros que somos, siempre ha de surgir de entre las grietas de tal vínculo lo incoherente y lo absurdo que evidencie las no santas intenciones discursivas.
Tengo un reparo mayor a La insoportable levedad del pop, sin embargo. La estructura pasa por encima de los hechos sin profundizar y queda en un plano enunciativo, resulta repetitiva y genera una monotonía que —desde mi punto de vista— desconecta al espectador.