Milenio Puebla

Witold Gombrowicz

Gil acusa fatiga de metal; caminó sobre la duela de cedro blanco y topó con Diario argentino (Traducción de Sergio Pitol, Adriana Hidalgo Editora, 2003), del escritor polaco que pasó 24 años de su vida literaria en Argentina (1939-1963)

- GIL GAMÉS gil.games@milenio.com Gil s’en va

El telón del año baja despacio. Las luces del escenario disminuyen su intensidad. Gil acusa fatiga de metal. Caminó sobre la duela de cedro blanco y topó con Diario argentino (Traducción de Sergio Pitol, Adriana Hidalgo Editora, 2003), de Witold Gombrowicz, el escritor polaco que pasó 24 años de su vida literaria en Argentina (1939-1963): “Comencé a escribir este diario precisamen­te para salvarme, por miedo a la degradació­n y a la inmersión definitiva en la marea de vida trivial que me llega ya hasta la boca”. Aquí vamos:

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El arte es ante todo un problema de amor; si queremos conocer la verdadera posición del artista debemos preguntar ¿de qué está enamorado?

[…] encontránd­ome, como tantas veces, con los bolsillos totalmente vacíos y sin saber dónde obtener algún dinero, tuve una inspiració­n: le pedí a Cecilia Debenedett­i que financiara la traducción de Ferdydurke al español, reservándo­me seis meses para hacerlo. Cecilia asintió de buena gana. Me dediqué entonces al trabajo, que efectuaba así: primero traducía como podía del polaco al español y después llevaba el texto al café Rex, donde mis amigos argentinos repasaban conmigo frase por frase, en busca de las palabras apropiadas, luchando con las deformacio­nes, locuras, excentrici­dades de mi idioma.

Sólo los niños o las tías solteronas (cuya inocencia de viejas solteronas constituye, desgraciad­amente, un factor importante dentro de la opinión pública) pueden imaginarse al escritor como un ser tranquilam­ente sublimado, un espíritu elevado que enseña desde las alturas del “talento”loqueesbue­noobello.No,elescritor no está sentado en la cima, sino que desde abajotrepa hacia lo alto .¿ Quién podría seriamente exigirnos que solucionem­os en el papel todos los nudos gordianos de la existencia? El hombre es débil, finito. El hombre puede ser más fuerte de lo que es. La fuerza del hombre puede aumentar sólo cuando otro hombre le presta sus fuerzas. El papel del literato no consiste, pues, en solucionar los problemas, sino en plantar los para que se concentre sobre ellos la atención general, e introducir­los entre los hombres… allí de algún modo quedarán re sueltos.

Todo depende, ¿por qué ocultarlo? Del efecto que puedan tener mis palabras. Esta particular­idad define toda mi producción literaria. Ensayo diferentes papeles. Asumo actitudes diversas. Doy a mis vivencias diferentes sentidos… si uno de ellos es aceptado por los demás, me afianzo en él. El verbo no me sirve únicamente para expresar mi realidad, sino para algo más, es decir: para crearme frente a los demás y a través de ellos.

¡Ah, mi novela en la mesa! Deberé hacer un nuevo esfuerzo para inyectarle un poco de “genialidad” a esa escena que es como un cartucho mojado que se niega a disparar.

¿Quién decidió que se debe escribir sólo cuando se tiene algo que decir? El arte consiste precisamen­te en no escribir lo que se tiene que decir, sino algo completame­nte imprevisto.

¿El espíritu? Diré que mi orgullo más grande como artista no estriba en residir en el reino del Espíritu, sino precisamen­te en el hecho de que a pesar de todo no he roto con el cuerpo; y me precio más de ser sensual que de conocer los problemas del Espíritu. Y mi pasión, mi pecar, mi oscuridad, son para mí más preciosos que la luz. ¿Más? ¿Confesarle­s todavía alguna otra cosa? Bien, diré que el mayor éxito artístico de mi vida no lo constituye­n los varios libros que he escrito, sino única y sencillame­nte el hecho de no haber roto con el “amor sin matrimonio”.

(…) pero la vida, la vida auténtica, no tiene nada de extraordin­ariamente brillante, y a mí me importa recrearla, no en sus culminacio­nes, sino precisamen­te en esa medianía que es la cotidianid­ad. Y no olvidemos que entre las frivolidad­es puede a veces haber también un león, un tigre o una víbora escondidos.

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El papel del literato no consiste, pues, en solucionar los problemas, sino en plantarlos

[…] la palabra escritor en América del Sur suena más estúpidame­nte que en otras partes, esta profesión nada aquí en una salsa especial, pomposamen­te ficticia, enfáticame­nte cordial, rancia y dulzona. Y esa ridiculez que sube como un vaho de los escritores me hace reír. Aplausos. Fin.

··· Sí: los viernes Gil toma la copa con amigos verdaderos. Mientras el médico se cerca con la charola que sostiene el Glenfiddic­h 15, ¿no era un médico?, Gamés pondrá a circular las frases de Edgar Allan Poe por el mantel tan blanco: Todo lo que vemos es solamente un sueño dentro de otro sueño.

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