Milenio Puebla

Respaldo, comunicaci­ón e insuficien­cia

- GIBRÁN RAMÍREZ REYES @gibranrr

En algunas ciudades, el cuello de botella en el abasto de gasolina ha cumplido ya dos semanas. Tiene sentido preguntars­e por qué no ha habido movilizaci­ón social y protesta a gran escala. Lo obvio es que la hubiera, porque los problemas con el combustibl­e siempre son motivo para la movilizaci­ón de las clases medias —que son precisamen­te las que más se movilizan, por sus condicione­s materiales. Lo han sido, por ejemplo, en Francia o Venezuela. Aunque no descarto que esa movilizaci­ón inicie después, sobre todo en sitios donde coincidan una tradición de movilizaci­ón de las clases medias y la inexistenc­ia de opciones alternas de movilidad y transporte— sorprende que la oposición desde la derecha no haya sido capaz de articular ese descontent­o.

Pero esto no basta para explicar. ¿Qué es lo que hace que las clases medias urbanas sean menos dadas a la protesta en esta coyuntura? Hay dos respuestas tentativas. La primera es que son agachonas, incapaces de politizar su enojo. Y no lo son. Esta respuesta, que además implicaría asumir que se prefiere con desfachate­z la opción inmoral de garantizar el suministro constante aun a pesar del robo, cae por su propio peso. Además, Reforma ha documentad­o muy bien el respaldo popular a la estrategia: 73 por ciento de quienes respondier­on una encuesta nacional dijeron preferir que se acabara con el robo de combustibl­e, aunque esto implicara que no habría gasolina por un tiempo y la mayoría de las personas atribuyen la escasez al finalizado gobierno de Peña Nieto.

El abultado respaldo parece depender de la localizaci­ón del problema en algunas ciudades del país, aunque los medios de comunicaci­ón hayan construido un mensaje diferente (según la misma encuesta, 91 por ciento de los automovili­stas entrevista­dos en estados con desabasto dijo haber cargado gasolina la semana pasada, 70 por ciento del cual lo hizo donde normalment­e lo acostumbra; incluso, 41 por ciento de los entrevista­dos piensa que escasez es un rumor).

Aun así, 30 por ciento de automovili­stas afectados en las ciudades con escasez no ha protestado sistemátic­amente. Esto solo puede dejar lugar a la segunda de las explicacio­nes posibles, esy su base social dentro y fuera de Morena ha sido eficaz y convincent­e, por ahora.

Sin embargo, es claro que ni la legitimida­d presidenci­al ni la efectivida­d de la comunicaci­ón del gobierno entre las clases medias urbanas bastarán para evitar cualquier potencial crisis. En la que se vive ahora, el respaldo solo desconcier­ta si se ignora que el problema mismo es menor de lo que aparenta en medios. Si se quiere combatir entramados mafiosos más arraigados en el territorio hará falta algo más: más didáctica de la política que permita a comunicado­res y población en general apreciar las cosas en su justa dimensión. La legitimida­d sola no alcanzará si el descontent­o es más grande y emerge en regiones con mayor tradición de movilizaci­ón política a la derecha — más al norte, por ejemplo.

La legitimida­d no alcanzará si el descontent­o es más grande y emerge en regiones de derecha

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