Un boleto no da derecho a insultar
Solo cuando hay golpes y heridos es que se habla de violencia en el futbol mexicano. Pero la violencia es mucho más que eso. Violencia son las agresiones verbales que se dirigen desde la tribuna a la cancha, teniendo como foco a jugadores, entrenadores y árbitros. Violencia es la descalificación mordaz e hiriente que se dirige a los aficionados adversarios y a veces hasta a los del mismo equipo. Ir a un estadio de futbol en México es ser parte de una cultura absolutamente intolerante, un concentrado de prácticas nocivas: a veces de corte racista, a veces discriminatorias por cuestiones de preferencia sexual.
Pero nadie hace nada para corregir esto. Ni la Liga Mx, ni absolutamente ninguna de las directivas de los 18 equipos que componen esta organización.
Ni los clubes, como en el caso de los Pumas, que llevan el nombre de una de las universidades más prestigiadas en el continente americano, tienen como prioridad enarbolar una lucha que acabe contra la intolerancia y la violencia que ahuyenta a tantos seguidores de este deporte de las tribunas.
Insisto en que el partido del próximo domingo entre los Pumas y el América, con el regreso del chileno Nicolás Castillo a la cancha que fue su casa durante varias temporadas, significa una magnífica oportunidad para empezar a trabajar sobre este terrible mal.
Un gran avance para la Liga Mx, la Federación Mexicana de Futbol y las propias autoridades gubernamentales, representaría asumir que la violencia no solo es agresión física y no se conceptualiza nada más cuando hay heridos y muertos.
Hay planes para organizar recorridos de porras, una estrategia para que entren unas barras por una puerta y salgan por otra… pero nadie se ha puesto a trabajar para que la gente en la tribuna no insulte… Prevalece la absurda idea de que si pagan un boleto pueden decir lo que se les venga en gana.
La violencia no solo es agresión física y no se conceptualiza solo cuando hay heridos y muertos