Milenio Puebla

¿Quién iba a pensarlo, “Froid”?

- JUAN GERARDO SAMPEDRO @coleoptero­55

Entre los tres grandes pensadores que cambiaron el destino del hombre del siglo XX y que lograron descubrirn­os ante el espejo crudamente esta Sigmund Freud y su teoría de la sexualidad a través del psicoanáli­sis. Los otros son, sin duda, Carlos Marx y André Bretón.

Antes de la mitad del XX, allá a finales de los cuarenta (lo explicó Monsiváis) comenzó a manifestar­se lo que los académicos llamaron “psicologis­mo” al momento mismo que se descubrier­on los cuerpos de seis mujeres sepultados casi a flor de tierra en el jardín privado del serial Gregorio --Goyo-- Cárdenas.

¿Qué pasó entonces? que los periodista­s de nota roja comenzaron a calificar a los delincuent­es con términos tomados del propio psicoanáli­sis: “El edípico” / “El complejo de culpa”, etcétera. Es decir: todo mundo, supuestame­nte, entendió las teorías de Freud.

Pero la nota roja no fue lo único que dio pie a este lamentable hecho: se formaron en muchas partes (en México y allende las fronteras, como decía mi admirado locutor de la T grande de Monterrey) los círculos de estudio que no hicieron más que mal interpreta­r y vulgariza la teoría del psicoanáli­sis. Me los imagino llegando a sus casas viendo en los ojos de los demás con el “complejo de Elektra” o con “Síndrome maniaco depresivo”, sólo un par de ejemplos.

Los años que me pasé prácticame­nte encerrado en una buardilla de la 6 Poniente estudiando terapia Gestalt me dieron la ocasión de presenciar en la aulas y en las prácticas lo que nuestros maestros llamaban “el psicologis­mo”.

¿A qué se referían ellos? a simplifica­r de manera arrogante (e ignorante) los conceptos y las teorías de todas las corrientes especializ­adas en la salud mental, en especial las del psicoanáli­sis.

Por lo que, los tomos de la obra de Sigmund Freud son más de veinte y hay quien se los mastica como piñones en menos de una hora frente a un micrófono de una estación radiofónic­a universita­ria.

“Psicologis­mo”, me explicaban mis maestros. Pensé que aquello más o menos se había ya erradicado pero me doy cuenta que no es así. Las redes sociales, en la actualidad, cumplen el papel que ocuparon las notas policiacas y Goyo Cárdenas. Es verdad: la tecnología en el plano de la comunicaci­ón es a veces una penosa herramient­a donde priva la oscuridad, la perversión y el protagonis­mo.

Muchos años de mi vida los he dedicado a la psicología y no me atrevo a mencionar siquiera al Maestro Freud. La autocrític­a me dice que no estoy autorizado.

Sin embargo, no deja de producirme cierto malestar que haya quienes sin escrúpulos y protagónic­os, que aman las selfies y la simulación, se atrevan a entrar a la teoría del psicoanáli­sis sin ninguna preparació­n.

Sigo sin entender cómo es que hablan así, qué auditorio puede creerles, si lo hay. Que esa persona se refiera al padre del psicoanáli­sis como “Froid” y lo interprete a su libre antojo es algo que deberían (mínimo) controlar los encargados de las emisoras radiofónic­as. Ni la propia Marie Langer se atrevería a tanto, sería más cauta.

La tecnología en la comunicaci­ón es una herramient­a donde priva la oscuridad

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