“El mexicano, según Samuel Ramos, desconfía de todo y de todos”
Luego Ramos, a partir de ese sentimiento de inferioridad que nos achaca, pasa revista a la incapacidad del mexicano para mirar a largo plazo, para proyectar cosas que requieren tiempo para hacerse bien: “Y como el espíritu del mexicano está alterado por el sentimiento de inferioridad, y además su vida externa, en el siglo XIX, está a merced de la anarquía y la guerra civil, no es posible ni el sosiego ni la continuidad en el esfuerzo. Lo que hay que hacer, hay que hacerlo pronto, antes de que un nuevo desorden venga a interrumpir la labor”.
Esta vida a salto de mata llena de dejadez, de proyectos al aventón, que irremediablemente produce cosas mal hechas, se complica con otro elemento del alma nacional