Hubo un tiempo...
Hubo un tiempo en el que los jueces de la Suprema Corte y cualquier juez de importancia, era puesto en su cargo solo con la anuencia del señor Presidente de la República
Para los que nacieron después de 1997 y hoy tienen poco más de 20 años, será extraño pensar que hubo un tiempo en que el Congreso de la Unión y los Congresos locales de cada estadosoloobedecíanaloque dijera el señor presidente y que la mayoría calificada en esos congresos era solo del PRI y el resto sus comparsas. Para esos jóvenes será difícil entender que en la segunda mitad del siglo XX el poder presidencial mexicanocasinotenía contrapesosyquehubo un largo recorrido para construirlos.Eltiempode los grandes desplegados en los periódicos firmados porlosrepresentantesoficialesdelossindicatos,losgremios agrarios, los empresariales, los sectores populares, felicitando por lo que fuera al presidente o al gobernadorenturno.Desplegadosde páginasypáginasdespuésdeuninforme,cuajadosdefirmasquehabía queleerconlupadetantasqueeran. Hasta el periódico pesaba más de tanta tinta cuando había que felicitarodarunpésameaesos.
Hubo un tiempo en el que los juecesdelaSupremaCorte,lospresidentes de los tribunales estatales y cualquier juez de importancia, era puesto en su cargo solo con la anuencia del señor Presidente de la República o por el señor gobernador de cada estado, así, escrito todo con mayúsculas y pronunciadoconreverencia.Hubountiempo nomuylejano,antesde1997,enque erararísimoquehubierapresidentes municipales de las capitales de losestadosquenofueranpriístas.
Hubo un tiempo, tan cercano o lejano como 1989, en que no había en México gobernadores de otro partido que no fuera el PRI. El primero fue el panista Ernesto Ruffo Apple, electo en Baja California en 1989.
Hubo un tiempo, hasta casi el final del siglo XX, en que en la capital más politizada y poblada del país, el D.F., los ciudadanos no elegían a sus gobernantes ni tenían cámara de representantes. El presidente nombraba al regente. Sería hasta 1997 cuando la Ciudad de México elegiría por primera vez a su jefe de gobierno, apoyado en una poderosa y unida coalición de izquierda, también con recias convicciones y militancias gratuitas.
Hubountiempo,tancercanocomo 1993, en que el presidente de la república podía poner y quitar gobernadores cuando le estorbaban. Carlos Salinas quitó a catorce gobernadoresentre1988y1994.
En Puebla, hubo una racha en que los gobernadores duraban cuandomuchodosaños.Losquitabanyponíandesdeelcentro.Elgobernador poblano Alfredo Toxqui (1975-1981) fue el primero en terminar completo su mandato despuésdemásde10añosdeinterinatos y gobiernos provisionales, provocados por los enfrentamientos entreuniversitariosyautoridadesy delendurecimientodelaspolíticas del gobierno mexicano contra los grupos contrarios al PRI, ya fueran deizquierdaodederecha.
Hubo un tiempo en que se sabía quién sería el próximo presidente de la república o gobernador de un estado, desde mucho antes de que secelebraranlaselecciones.Elpresidenteelegíaasusucesoryatodos los gobernadores. Una vez dicho el nombre,laseleccioneseransoloun trámite,unritual.
Hubo un tiempo en que era imposible imaginar que los ex presidentes se trenzarían en pleitos a tuitazos con un presidente en funciones. Imposible imaginar que existirían las benditas y malditas redessociales.
Hubo un tiempo no muy lejano enquelosmediosdecomunicación seautocensurabanporcompleto.
Hubo un tiempo en que oficialmente el estado era laico aunque susciudadanosfueranmayoritariamentecatólicos;noteníarelaciones niconelEstadoVaticanonitampococonotrasiglesias.Lossacerdotes ylasmonjasnopodíansaliralacalle con alzacuellos o hábitos, ni hacer procesionesenlascalles.
Hubo un tiempo, 1978, en que eso se rompió, cuando que el presidenteLópezPortillotrajoaMéxico alPapa.
En 1997 fue el año en que todo cambió, o mejor dicho, se hizo evidentequetodohabíacambiado.En 1997 el PRI perdió la mayoría en el Congreso. En 1997 llegó el tiempo en que el “señor presidente” empezó a escribirse con minúsculas; el tiempo en que desde la tribuna delcongresoloincreparonlosopositores porque había dejado de ser infalible.
Llegó el tiempo en el que empezaron a existir dudas sobre quién ganaría la presidencia de la República, el tiempo en que el secretario de gobernación dejó de ser el árbitro en las elecciones y se creóunórganoindependiente para organizar los procesosfederales.
En los estados hubo islas de resistencia, y en muchos, hubo aún un largo tiempo en que los institutos electorales locales esquivaronalosairesdeindependencia. Un tiempo tan cercano como 2018. Esa fue por lo menos nuestra experiencia en Puebla. Hasta Mario Marín y Moreno Valle, el órgano electoral local no fue independiente. Mientras el país cambiaba, enPueblanosencandilamosconel falso cambio de 2010. Para evitar el dedazo de Marín para imponer un sucesor,hizofaltaunexpriista,aunque Moreno Valle fue más papista que el Papa. Y no hubo hilo que dejarasuelto.
En2018ganóLópezObradoren México y en Puebla. Morena ganó la mayoría en el congreso y 49 municipiosqueincluyenlas8ciudades más grandes del estado, incluyendolacapital.Elatípicoresultadode la elección a gobernador de Puebla fueproductodeloquearribadescribo:unduelodeexpriístas-panistas contraexpriistasmorenistas.
Puebla se dirige hacia una nueva elección en junio. Y al parecer seguiremos siendo una isla de resultados anticipados. Sabremos, como se sabía antes, quién será gobernador cuando Morena finalmentedecidaasucandidato,queal parecernopuedeserotroqueLuis Miguel Barbosa. Sería una gran incongruencia interna el poner a otro, si han defendido con todo y ante todo, el triunfo de Barbosa.
Y mientras tanto, López Obrador, no dudo que cargado de buenas intenciones, camina rápidamente a volver a ser un presidente con demasiada prisa, omnipotente,omnipresente,infalible,incuestionable e incorregible. Irá acompañado de una aplanadora elec toral aceitada y pulida como en los mejores tiempos del PRI.
Creí que no viviría para saber desde antes qué partido ganará la siguienteelecciónenmiestado.
En 1989 no había en México gobernadores de otro partido que no fuera del PRI