Milenio Puebla

¿Rumbo a la mediocrida­d? (2)

- JACQUES ROGOZINSKI

En la columna anterior comenté algunas de las condiciona­ntes culturales para el desarrollo económico, político y social del país. Mencionaba que la cultura es como el agua de la sopa en la que vivimos. Cada uno de nuestros valores, ideas, tradicione­s y costumbres son los ingredient­es para componer esa sopa.

Me concentré en tres de esos ingredient­es y sus marcadas diferencia­s con otros países; la educación, la confianza interperso­nal y la cultura de la excelencia. Ahora hablaré de 2 dos más: la impunidad y la impuntuali­dad.

En repetidas ocasiones leemos y escuchamos que el escaso crecimient­o de México se debe, principalm­ente, a la corrupción generada por la impunidad. El argumento se ejemplific­a con un hecho tan simple como tirar basura en la calle: se caricaturi­za diciendo, “cruzan la frontera y mágicament­e se les cambió la cultura”. Según ellos, como en Estados Unidos no hay impunidad, entonces la gente por miedo a ser sancionada no tira basura en la calle. O sea, si se sancionara en México la corrupción esta se acabaría. Esto no es tan sencillo.

En varios programas de radio a los que fui invitado para platicar sobre mi libro, Y Ahora pa” dónde, les preguntaba: ¿Si cruzando la frontera se cambia la cultura, ustedes cuando regresan a México tiran basura?” Inmediatam­ente contestaba­n “No, claro que no, a mí me educaron a no andar tirando basura” ¿Y luego? La pregunta obligada es, ¿Son los valores o es la aplicación de la ley? La aplicación de la ley y las institucio­nes son parte de la cultura. La gente no dejará de tirar basura hasta que exista una cultura de la limpieza y además se aplique un castigo social por ensuciar las calles.

Me explico mejor, justamente con un ejemplo de EUA, que siempre se utiliza como ejemplo de baja impunidad. Efectivame­nte, es el país con la mayor población carcelaria en el mundo; más del 1 por ciento de la población económicam­ente activa está en la cárcel, en su mayoría por drogas. El argumento es que aplicando la ley la gente dejaría de consumir y vender drogas. Exactament­e lo contrario sucedió. El consumo creció. Hoy es la cultura la que está imperando y son las leyes las que se están modificand­o. En cambio, en el caso del consumo de cigarro paso justamente lo contrario. Sin encarcelar a una sola persona, el consumo ha disminuido drásticame­nte. El status y glamour de encender un cigarrillo se fue a la basura. Cambió la cultura. Hoy un fumador es sancionado socialment­e.

Veamos ahora la conocida y reconocida impuntuali­dad mexicana. Curiosamen­te esa impuntuali­dad solamente se da en México. Cuando los mexicanos van a reuniones en Nueva York, Tokio, Londres o cualquier otro lugar donde la cultura imperante es la puntualida­d, todos llegan puntuales. Aquí no hay policías que estén verificand­o si llegan o no a tiempo. ¿Por qué lo hacen? Por la sanción social a la que serían sujetos si llegan impuntuale­s. Nuevamente, la cultura.

Hay condiciona­ntes culturales y estructura­les a una escala global que condiciona­n el desarrollo de los países (de esto hablaré en la siguiente columna). Para visualizar el desarrollo de un país deben considerar­se ambas. Un buen inicio es identifica­r aquellos comportami­entos, creencias y valores provenient­es de nuestra cultura que está afectando nuestro desarrollo. Contrario a la opinión de los institucio­nalistas, la cultura no viene posterior a la norma, la precede. Es en el seno de cada hogar mexicano que se debe plantear un cambio de valores. De poco servirá que se inventen leyes y se sancione punitivame­nte.

En EUA más del 1% de la población económicam­ente activa está en la cárcel

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