Milenio Puebla

Feminicida de la Florida

Heidi recorre Ecatepec para distribuir las fotografía­s de Francisco Mendoza Gómez, de Huetamo, Michoacán, asesino de su tía Xochilt y que vivía con ella, por quien la Fiscalía del Estado de México ofrece 300 mil pesos de recompensa

- HUMBERTO RÍOS NAVARRETE

no sé —le sugirió una de sus tías.

Mientras buscaba, el joven respondía que no había nada; pero al avanzar hacia el cuarto encontró a su madre sin vida y de inmediato alertó.

—¡Tía, córrele, rápido, porque creo que mataron a mi mamá.

—¡Cállate, no digas eso; busca bien!

—Es que aquí está, ven, córrele. Y llegaron a casa de Ivette. Pronto la noticia circuló. Heidi pensóqueha­bíaproblem­asconlos dos perros de su tía o que su mamá había tenido un accidente. Pero la muertedela­hermanaser­íaconfirma­da por su propia madre.

Heidi, que en 2017 tenía 29 años, no creía nada de lo que escuchaba. Por su mente pasaban otras cosas, pero no de que su hermana estuviera muerta, y menos aún al mirar aquella imagen que todavía la aterroriza.

Llegó a casa de su tía y subió.

“Y cuando yo entré, pues ya no había duda de que mi tía estaba muerta”, recuerda Heidi, mientras hace esfuerzos por contener el sollozo. “Él la golpeó, la asfixió y la dejó abajo debajo de la cama; y todavía le aventó la base y le dejó amarrada una prenda de mi tía”.

Heidi sigue sin creer que el sujeto, a quien su tía le había dado cobijo después de quedar sin trabajo en la misma empresa donde ambos laboraban, la hubiese matado con tanta saña.

“Mi tía estaba irreconoci­ble”, dice Heidi. “No sé lo que pudo haber sufrido. Era otra persona, en verdad, una imagen que nunca voy a quitarme de lacabeza,porquemití­aera chaparrita, delgada”. —Ya tenía horas. —Sí, pero en verdad, en verdad, si no hubiéramos sabido que mi tía todavía platicó con familiares en la medianoche, hubiera pensado que llevaba una semana ahí.

Y Heidi, que no deja de repartir hojas impresas con los datos del feminicida, vuelve a sollozar.

Ella misma imprimió una lona plastifica­da con la fotografía de Francisco Mendoza Gómez y sus señas particular­es.

—Y surge entonces la orden de aprehensió­n.

—Sí —responde—, inmediatam­ente se supo que fue él. La orden de aprehensió­n salió al mes; pero seguimos sin saber nada.

El asesino, de acuerdo con lo que se ha logrado averiguar, tiene dos hijos con su primera esposa, con la que vivían separados. —Se fue de arrimado con tu tía. —Sí —reconoce Heidi—, la verdad es que él estuvo de vividor; pudo haber tenido una casa, un hogar tranquilo, pero decidió acabar con la vida de mi tía y llevarse las cosas.

Heidi exhala y admite: —Hay momentos en que quisiera dejar todo, porque me desespero; es que siento que no están trabajando como deberían. Enseguida recapitula: —En verdad, agradezco la atención y el apoyo que se nos ha dado en la Fiscalía, pero no se ha hecho un buen trabajo; al principio, cuando el asesino estaba visible en Santa Clara, pudieron haber hecho más.

Y Heidi retoma el camino.

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