Milenio Puebla

La despolitiz­ación

- FERNANDO ESCALANTE GONZALBO

La decisión de sustituir una política social medianamen­te estructura da por el reparto de dinero en efectivo no es trivial. No sé si alcance para hablar de una transforma­ción histórica, pero importa. Se explica con un argumento muy sencillo: que el dinero llegue a la gente, porque antes se lo quedaban los intermedia­rios. Mientras no haya denuncias concretas por desvío de recursos, y no parece que vaya a haber las, es solo demagogia. Y desde luego, dada la importanci­a que se da al “noble arte de la política”, hay que suponer que el proyecto

obedece a motivos políticos.

Por una parte, la decisión implica desmantela­runa parte del aparato de seguridad social, en particular el que dependía de formas des ubrogación, asociación oc oncertació­nconp articulare­s: estancia s infantiles,albergues, comedor es populares. No hay una evaluación de su desempeño, no una evaluación pública, contrastab­le. Según el momento, según el público, se dice que había despilfarr­o, que no llegaba el dinero, pero también se denuncia el sesgo tecnocr ático, el propósito de imponer el criterio de profesiona­les, especialis­tas,expertos. La gente no es tonta, no necesita la tu tela de nadie, solo un di ne rito.

Pero también se trata de desmantela­r las formas de intermedia­ción política. El argumento es el mismo, igualmente retórico. El Presidente lo repitió la semana pasada, hablando de las organizaci­ones campesinas: las organizaci­ones recibían millonadas y repartían nada más migajas, “ellos” se quedaban con la mayor parte de los recursos, ya no, no se va a tapar la corrupción. No hay ningún proceso abierto, por eso “ellos” puede ser cualquiera, todos. Comoquiera, ya no hay razón para protestar.

Uno de los recursos fundamenta­les de gobierno del régimen revolucion­ario fue la politizaci­ón de las necesidade­s. La distancia entre las aspiracion­es y los recursos, entre las leyes y las necesidade­s, favorecían la organizaci­ón política de todos los sujetos sociales; a las organizaci­ones les tocaba convertir las necesidade­s en demandas organizada­s – para negociar. Es claro que hubo abusos, pero es igualmente claro que no todo fueron abusos. Y el sistema cumplí a con una función que no parece del todo desdeñable. No obstante, en la imaginació­n de los funcionari­os del actual gobierno, todos los líderes campesinos son trasunto del don Perpetuo, de los Supermacho­s, de Rius. Y hay que acabarcone­llos.

Eliminar a los intermedia­rios, a esos intermedia­rios, y repartir el dinero en efectivo, significa despolitiz­ar.

“Mientras no haya denuncias, es solo demagogia”

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