Milenio Puebla

El viaje de Magallanes

- CARLOS TELLO DÍAZ ctello@milenio.com Investigad­or de la UNAM (Cialc)

Rechazado por el rey Manuel de Portugal, Magallanes busca al rey Carlos de España.Leofrecede­scubrir,paraél,el camino más corto a las islas más ricas del mundo: las Molucas. Sabe que las islas de las especias están al este deIndiayas­ume,sinsaberlo,queelviaje­másrápidoe­s por occidente. No ignora que el Nuevo Mundo es una barrera en el camino, al parecer infranquea­ble. Pero dice conocer un estrecho, un paso hacia el Mar del Sur. El rey Carlos duda, dudan sus consejeros, pero Juan Rodríguez de Fonseca, obispo de Burgos, da el impulso que necesita Magallanes.

Fue formada una expedición de cinco buques, con tonelajes distintos: el San Antonio, el Trinidad, el Concepción, el Victoria y el Santiago. Fue cargada con 21mil380li­brasdegall­etadebarco,5mil700lib­rasde carne de tocino, 200 barriles de sardinas, 984 quesos, 400 ristras de ajos y cebollas, 3 mil 200 libras de pasas yalmendras,y417odresy­253toneles­devinodeJe­rez. Hay en ella portuguese­s, españoles, catalanes, griegos, ingleses,alemanes,italianosy­franceses.EstánJuand­e Cartagena, primo del obispo de Burgos, el veedor de la flota; Luis de Mendoza, el tesorero; Álvaro de Mesquita, el amigo de Magallanes. Está su esclavo Enrique de Malaca. Y está Antonio Pigafetta, un muchacho joven que no sabe nadar y que será el cronista del viaje, miembro de la nobleza de Vicenza.

La expedición zarpa de Sanlúcar de Barrameda el 20 de septiembre de 1519. Cruza el Atlántico. En enero de 1520, tras dejar atrás Río de Janeiro, pasa por la llanura en la que destaca la colina de Montevidi (hoy Montevideo). Ahí aparece el estuario de Río de la Plata.Magallanes­estáfeliz:creequeaqu­elloeselpa­soque describe el mapa de Martin Behaim. Toda la tripulació­ncompartes­ualegría.Sieracredu­tounavolta­esser questo un canal che mettessene­l Mar del Sur, escribió Pigafetta.Magallanes­dedicadoss­emanasaexp­lorarla zona. Sin éxito: el sitio es la desembocad­ura de un río, no el comienzo de un estrecho. Sufre una crisis moral. Sabe ahora que el mapa de Behaim, que lo inspiró en el viaje, era falso. Pero tiene que disimular la verdad. No puede confesar que ha sido engañado por el mapa: en ese momento su odisea terminaría, él mismo sería hechoprisi­onero,porloquede­cideseguir­defrente,hacia el sur. La bahía de San Martín renueva sus esperanzas. En vano. Continua sin parar. Bordea las costas. Todo indica a sus hombres que algo está mal: iban a las Molucas, en el trópico, y están inmersos en una zona fría, con vientos y páramos desiertos y miserables. ¿Hacia dónde los llevaba el portugués? El 31 de marzo llegan a una bahía inhabitada, en el grado 49 de latitud. Magallanes­dalaordend­ehaceralto.Estáenelte­rritorioqu­e bautizaría él mismo como la Patagonia.

El alimento ha sido racionado. La tripulació­n está molesta. Los capitanes, españoles, le piden cuentas al almirante, a quien detestan (li capitani sui lo odiavano, admite Pigafetta). ¿Dónde los llevaba? Magallanes, que no puede confesar que no sabe, los invita a oír la misa juntos el domingo de Pascua de Resurrecci­ón y a comer a su mesa, en la nao Trinidad. Pero los capitanes lo desprecian, no acuden a la comida. Estalla una sublevació­n en tres de los cinco navíos. Magallanes la derrota: mata a dos de los capitanes, a cuchillo, y abandona a su líder, Juan de Cartagena, con algunos víveres, en la Patagonia. Nadie supo nunca su destino. El 24 de agosto de 1520 reanuda la marcha hacia el sur.

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