¿Cacería de brujas o estrategia?
Apenas pasó la primera quincena del nuevo gobierno del estado encabezado por Luis Miguel Barbosa Huerta y ya es evidente que, congruente a uno de los ejes temáticos de la cuarta transformación, el del combate a la corrupción y el fin de la impunidad, las nuevas autoridades están abriendo a diestra y siniestra auditorías, renovando todos los cuadros burocráticos y, tratando de construir, con noticias, una imagen diferente a la de sus antecesores, más allá del cambio de identidad gráfica ordenada por el Ejecutivo.
Los más escépticos sugieren que esta aparente cacería de brujas a las anteriores administraciones estatales, parecerían más bien una estrategia para darle un
golpe de credibilidad y legitimidad al recién instalado gobierno de la 4T en Puebla y, como en la lucha libre, simular entre amigos que habrá investigaciones que al final terminarán con el tradicional disculpe usted las molestias ocasionadas.
Esta percepción de los grupos más críticos deriva de la presunción de la existencia de acuerdos políticos, financieros y de facto entre Barbosa Huerta y el ex gobernador interino, Guillermo Pacheco Pulido y sus allegados, para sacudirse la impresión que tienen muchos poblanos de que son aliados y trabajaron juntos para que el ex senador llegara a gobernar el estado tras una campaña fallida en el 2018 y todas las maniobras e inversiones económicas que tuvieron que hacerse para lograr ese objetivo tras el accidente mortal en el que perdieron la vida Martha Erika Alonso y Rafael Moreno Valle.
Ese segmento del llamado círculo rojo que no cree que la cacería de brujas y limpieza de casa sea de verdad, sino más bien una estrategia mediática de legitimación, sostiene que entre los allegados al ex gobernador Pacheco y Barbosa, siguen existiendo tratos muy cordiales que hacen difícil pensar que la distancia sea verdadera.
Existe otra hipótesis de lo que está sucediendo y es la del chivo expiatorio, que hace pensar que en este escenario los misiles de la cuarta transformación en Puebla irán dirigidos contra el ex secretario de finanzas del estado, Jorge Estefan Chidiac y sus operadores financieros, como el sacrificado del grupo, gobernando con el manual clásico de ir tras un pez gordo sin llegar a la cúpula, para que el pueblo pueda estar tranquilo.
En este hipotético panorama, quien tendrá más trabajo será el ex tesorero, así como los responsables de adjudicar contratos y obras en Puebla, para demostrar todas las imputaciones que ya se comienzan a hacer en su contra, algunas en los medios masivos y otras a nivel de minuciosas auditorías en diversas áreas en las que se presume de indicios de posibles irregularidades.
Por último y no menos probable existe también la versión de que esta cacería de brujas es de verdad y que irá hasta las últimas consecuencias, caiga quien caiga, bajo la premisa de que Barbosa Huerta ya saldó todas las deudas pendientes y favores hechos para llegar al poder y que una vez sentado en la máxima silla de casa Aguayo, siendo un fiel discípulo del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, verdaderamente pretende ser un promotor del cambio comenzando por limpiar la casa e imponer un nuevo estilo de gobierno.
La última palabra la tiene usted, estimado lector, juzgue y opine cuál de esas tres versiones hipotéticas es la más apegada a la realidad o en su defecto, compártanos si existe otra línea de análisis.
Esta percepción deriva de la presunción de la existencia de acuerdos políticos