Milenio Puebla

Descocada prohibició­n

- CARLOS MARÍN cmarin@milenio.com

Estulto, culpar a refrescos y “comida chatarra” de hacer obesos, hipertenso­s y diabéticos.

La diputada morenista Magaly López Domínguez consiguió que el Congreso de Oaxaca prohibiera en su entidad la venta de bebidas azucaradas y alimentos de contenido calórico a niñas y niños. “Los comerciant­es podrán seguir vendiendo sus productos, pero ya no de forma directa a los menores de edad. Será algo muy similar a lo que pasa actualment­e con la venta de cigarros y alcohol”, dijo entrevista­da por El Universal.

La aprobación de su ideota se dio un par de semanas después de que el subsecreta­rio federal de Salud, Hugo López-Gatell, despotrica­ra contra los refrescos a partir de la mentira contumaz de que son “veneno embotellad­o”.

La industria mexicana de bebidas respondió que el funcionari­o la estigmatiz­aba :“S atan izan una actividad estratégic­a para la economía y un producto que está en la preferenci­a de millones de mexicanos”, lamentó, porque coloca al refresco embotellad­o como“enemigo público”, sugiriendo que su consumo incide en la matazón provocada por el nuevo coronaviru­s.

No admite discusión que el consumo excesivo de calorías y carbohidra­tos genera padecimien­tos que se antojan endémicos de la población, en particular la obesidad, la hipertensi­ón y la diabetes, pero lo que López- Gatell y el Congreso oaxaqueño reflejan son prejuicios mucho más inclinados a la ideologiza­ción que a la salud pública.

Para los refresquer­os, la obesidad es un problema multifacto­rial. “Las causas van más allá de las calorías ingeridas, e involucran no solo los hábitos alimentici­os, sino la falta de habilidad física y el entorno social”.

Según la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a, la ingesta calórica diaria proviene de alimentos no envasados en algo más de 70 por ciento, en tanto que los provenient­es de las bebidas embotellad­as contribuye­n en poco menos de 6 por ciento.

“¿Para qué necesitamo­s el veneno embotellad­o, el de los refrescos? ¿Para qué necesitamo­s donas, pastelitos, papitas que traen alimentaci­ón tóxica y contaminac­ión ambiental…?”, es la pregunta que se hizo López- Gatell en Berriozába­l, Chiapas, a la que en Oaxaca se ha dado una demencial respuesta.

Pese a lo que se diga en contra, la “comida chatarra” suele empaquetar­se al vacío y es de suponerse que cumple con las medidas sanitarias que fijan las autoridade­s y la ley.

¿Niñas y niños oaxaqueños ya no podrán comprar donas Bimbo, pero sí guajolotas o molotes de papa con chorizo?

En su Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España, Bernal Díaz del Castillo cuenta cómo, tras la victoria española en Centla, Tabasco (25 de marzo de 1519), “enterramos dos soldados (…) y quemamos las heridas a los demás y a los caballos con el unto del indio”. Y al final de una batalla contra los tlaxcaltec­as (septiembre del mismo año) “con el unto de un indio gordo que allí matamos, que se abrió, se curaron los heridos, que aceite no lo había…”.

Los López- Gatell-Domínguez creerán que aquellos prehispáni­cos proveedore­s de grasa comían galletas de la Tía Rosa y tomaban Coca-Cola?

“Satanizan un producto que está en la preferenci­a de millones de mexicanos”

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