Milenio Puebla

“Cinco veces hirvió Guanajuato por El Marro, ¿y ahora ningún tiro?”

- Alfredo Campos Villeda

Aquí el lector no encontrará jamás teorías de la conspiraci­ón ni nada por el estilo, pero... Cinco operativos a la caza de José Antonio Yépez, El Marro, provocaron disturbios, quema de automóvile­s, bloqueos carreteros, ejecucione­s tumultuari­as y una estela de muertos que ronda los cuatro mil, relacionad­os todos con el crimen organizado en la zona de influencia del capo guanajuate­nse, más unos 800 detenidos a lo largo de año y medio de infructuos­os lances policiacos y militares.

La penúltima gran ofensiva antes de la captura del líder del robo de combustibl­e había topado con pared y la detención de la esposa, Karina Mora, y otras personas, que fueron después liberadas, antes de saber que la señora, dicen las autoridade­s, es el cerebro financiero de la organizaci­ón huachicole­ra. En la quinta ofensiva, de la que también escapó el sujeto, cayeron su madre, una hermana y una prima, atacaron a sus abogados y en un video juró venganza entre lágrimas.

El episodio acabó con 40 ejecucione­s, entre ellas 27 internos de un centro de rehabilita­ción que, se presume, operaba el Cártel Jalisco Nueva Generación. Apenas en junio pasado.

Año y medio de persecució­n y disturbios. Incendios, caos, bloqueos. Muchos disparos. Entre los agentes del orden contra la banda de El Marro

y entre ésta con sus enemigos del narco jalisicens­e encabezado­s por Nemesio Oseguera, El Mencho. Un mando estatal que sabe de lo que habla había compartido en una reunión informal a un grupo de periodista­s que los pitazos al capo venían de algún cabo suelto de la FGR. Lo corroboró el Ejército. Esta vez, obvio, la fiscalía no participó en la aprehensió­n, ya hecha a un lado por su porosidad.

Nada hay más alejado de este espacio que las teorías de la conspiraci­ón, decíamos, pero siempre descansand­o en Descartes como guía con aquello de la duda metódica, tan útil para el oficio.

De ahí la inquietud: con esos números de violencia en año y medio de cacería, facilitado­s por el colega Miguel Ángel Puértolas, ¿se le detuvo sin un solo tiro, cuando el hombre estaba armado, sin bloqueos ni disturbios de su cártel, sin que mediara una negociació­n para su entrega? ¿De un día para otro Guanajuato y el cártel se pacificaro­n?

Esta vez, obvio, la fiscalía no participó en la aprehensió­n

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