El Bosque de Chapultepec
Incomprensible la aversión a unir el Bosque de Chapultepec por cuatro puentes peatonales. Tener 800 hectáreas de árboles en la ciudad es un lujo. Buscar espacios socioculturales para que millones de personas lo visitemos —mexicanos y extranjeros—, es digno de apoyo. Es dar un giro al pulmón más grande de la capital del país. Peros, críticas, denostaciones desde que se originó la noticia es, en parte por la inversión para la realización del objetivo, y por la animadversión de un gremio cultural contra el artista conceptual Gabriel Orozco, coordinador del proyecto. Guste o no, se va a hacer y será uno de los grandes aciertos del gobierno federal y el gobierno de la Ciudad de México.
Igual polémica desató Diego Rivera cuando pintó sus murales en Palacio Nacional y la Secretaría de Educación Pública. De vendido al gobierno no bajaban al pintor. Lo mismo le sucede a Gabriel Orozco, figura internacional por donde quiera que se le quiera buscar. No soy admirador ni denostador de su obra —tampoco de Rivera: aunque prefiero a José Clemente Orozco. El arte conceptual es lo que prima en el mundo contemporáneo. Negarlo es desatender la historia del arte. Pintura y arte conceptual están condenados a convivir.
El Bosque de Chapultepec es un reto de magnitud universal. No es Central Park, de Nueva York. Es justo un bosque citadino. No aprovechar al máximo ese potencial acuífero es dar la espalda a sus posibilidades estéticas. Pocos conocemos las 800 hectáreas y puede ser la oportunidad de penetrar esos ahuehuetes y arroyos con una nueva mirada, con la misma retina crítica con que observamos los murales de Rivera, Siqueiros u Orozco. Hay que darle la posibilidad de la duda y criticar con lo visto, no con prejuicios, pensando en intereses de un grupo más preocupados en su propio apoyo cultural, que en lo que importa, necesita, urge a México: más internacionalización.
Sí, es mucho dinero al proyecto. Sí, son muchos huevos en la misma canasta. Sí, es una apuesta cultural sin precedentes, que vale la pena apoyar. La reacción de los críticos a Gabriel Orozco es claramente conservadora. Y de envidias, ni se diga.
El gran mural del bosque de Chapultepec será un éxito para la gente de a pie.
Hay que darle la posibilidad de la duda y criticar con lo visto, no con prejuicios