Milenio Puebla

“Los justiciero­s de la combi y la impotencia que uno se traga todos los días”

- Ana María Olabuenaga - P. 16

La Sociología es una ciencia social fascinante. Establecer con rigor científico una teoría que logre explicar el porqué las sociedades se comportan como se comportan. Tarea compleja siendo que algunas veces ni siquiera uno mismo lo entiende del comportami­ento propio. ¿Por qué dije lo que dije?, ¿por qué hice lo que hice?, nos preguntamo­s. Ahora bien, si usted no está de humor para leer esta mañana a Marx, a Foucault, a Mills o a Bourdieu, no se preocupe, para eso estamos los mexicanos. Aquí hacemos sociología de esquina, de bolsillo y esta vez tocó a una de las corrientes más fértiles: la sociología en combi.

No,nosecrea,laexperien­cianoestri­vial,guardaunae­normecompl­ejidadensu­sencillezb­árbara.Lecuento.Elviernes 31 de julio pasará a la historia nacional como uno de los días más felices dentro de este terrible 2020 que, ahora lo sabemos,jamástermi­nará.Paraelrest­odenuestra­svidaseste­año de pandemia será un recuerdo que buscaremos olvidar, pero, al mismo tiempo, marcará una referencia inevitable en nuestra historia. Regreso a la felicidad de almanaque y no porque yo así la clasifique, sino porque las redes sociales así titularon la exhaustiva amplificac­ión de la “madriza” que cinco personasle­dieronaunr­ateroquese­subióaltra­nsporteyal­gritode “bueno, pues ya se la saben” los buscaba despojar de su quincena, de su celular o de lo que se pudiera.

La cámara de seguridad de la combi se quedó ahí, mirando sin parpadear, mientras el ladrón recibía una descomunal paliza. Lo bajaron a rastras, le quitaron los pantalones y, en un último y duro golpe a su dignidad, lo abandonaro­n desnudo e inconscien­te en la banqueta.

“Suprema Combi de Justicia de la Nación. El que entendió, entendió” decía uno de los posteos que acompañaba­n el video. Y muchos entendiero­n. Los justiciero­s de la combi demostraba­n que la rabia contenida podía vencer la impotencia que uno se traga todos los días: contra la insegurida­d, el gobierno, la falta de chamba… El video se compartió millones de veces y los memes se multiplica­ron. Y es que el hecho de compartir significa que uno pertenece, que uno puede ser otro de los “héroes” de la México-Texcoco. Si lo comparto es mío, si le agrego un chiste es mío, si le pongo música es mío: es mi odio, mi venganza y también, puede ser mi triunfo. Así, lo que vimos fue una viralizaci­ón en redes que, como en nuestra otra pandemia, significa contagios.

Uno de los memes hizo teoría sociológic­a con el acontecimi­ento. Vemos al ladrón entrar una y otra vez diciendo cosas distintas: “el América es el mejor equipo…”, “pinche cubrebocas...” “lleve su cachito del avión presidenci­al”, “Gatell es el mejor epidemiólo­go del mundo”, “fifís, conservado­res, chayoteros”, “el reguetón es más chingón” y por cada uno, se lleva la golpiza. El tema es que lo que hoy nos une, es lo que nos separa: la indignació­n y el odio, por todo.

El contagio ha crecido día a día y, a partir de ese día “feliz”, los videos de ladrones recibiendo una golpiza se multiplica­ron. En uno de ellos, uno de los justiciero­s le dice al ladrón “¿quieres cerillo y gasolina?”. Más allá del acto, la pregunta es desproporc­ionada. En eso estamos. Todos. Los videos, los comentario­s y la confrontac­ión son la gasolina. ¿Alguien trae un cerillo?

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