Milenio Puebla

Transforma­ción

El director, considerad­o el padre del nuevo cine alemán, se vuelve a unir con el geólogo y documental­ista Clive Oppenheime­r para mostrarnos el origen de la vida y la razón de nuestra existencia: los meteoritos

- SUSANA MOSCATEL Fireball.

Platicar con Werner Herzog y Clive Oppenheime­r sobre Fireball, su nueva colaboraci­ón, es una aventura por sí misma. En esta ocasión, los creadores de Hacia el infierno (que nos llevaba hacia lo más profundo de los volcanes activos del planeta) nos hacen comprender cuánto en este mundo viene de otras partes del universo a través de los meteoritos y su impacto, literal y figurado, en nuestras culturas.

Lo que ustedes nos muestran en sus colaboraci­ones va mucho más allá de nosotros como especie. Esto se advierte también en

Esta es una película muy grande y creo que es igual de interesant­e para México, India, lo que tú quieras. Filmamos en México, en Yucatán, en Chicxulub específica­mente, donde hace 65 millones de años cayó el meteorito más grande de todos, desapareci­endo casi toda la vida que había entonces y abriendo paso para los humanos, para los mamíferos de hecho, para evoluciona­r.

¿Cómo fue su experienci­a en Yucatán?

El trabajo fílmico busca llevar a los espectador­es en un viaje para descubrir como los impactos profundos han enfocado la imaginació­n humana.

Sabes que estás en la zona cero, en el lugar donde nos pegó algo con la fuerza de cientos de millones de bombas atómicas. Sin embargo, la zona cero, el pequeño pueblo de Chicxulub está tan abandonado. En mi comentario digo esto y luego escuchamos a Ana Gabriel cantando “A pesar de todo”.

¿Cómo llegaron hasta Ana Gabriel para esto?

Escucho música ranchera, Vicente Fernández es uno de mis grandes héroes, y por supuesto Juan Gabriel, qué gran músico era. Y Chavela Vargas, la más grande de todos. Así que tienes la cultura de la canción que es increíble. Todos los países del mundo deberían envidiarlo­s. Podemos ver cómo todo el país se manifiesta al escuchar a Chavela Vargas y Vicente Fernández.

¿Y para ti, Clive? ¿Cuál fue tu relación con México al visitar también lugares como Kukulcán o Chichen Itzá para esta filmación?

Yo no los conocía, así que todo era nuevo para mí. Lo que buscábamos era saber más de este increíble impacto y es muy interesant­e porque, geológicam­ente hablando, hoy en día podemos ver pocas muestras de ello en la superficie. El cráter que se creó en su momento está enterrado y las rocas que cubren la superficie son mucho más jóvenes que los 65 millones de años (que han transcurri­do desde la caída del meteorito). Y aun así están los cenotes, que forman un semicírcul­o a través de la península, son como un eco geológico de lo que pasó, probableme­nte está relacionad­o a que ese impacto tan profundo, de alguna manera hizo que se concentrar­a el agua en las piedras más antiguas. Y claro, está el significad­o de los cenotes para los mayas, porque no había otra forma de conseguir agua fresca en su momento. Hay tantos elementos de la cosmología maya, la idea de los ciclos de la vida, la astronomía.

La astronomía de los mayas fue mucho más precisa que en ningún otro lugar del mundo. Fueron la vanguardia científica.

¿Nos podrían explicar brevemente cómo manejan la teoría de que la vida en la Tierra puede venir más de estas rocas del espacio que de otro lado?

Clive te puede contar el lado más científico, pero es muy importante entender esto como los bloques de construcci­ón de la vida como la conocemos: aminoácido­s, azúcar... En una escena, por ejemplo, Clive sostiene un meteorito que aun tiene un olor que se remite a 4 millones y medio de años en el pasado. Así olía el universo entonces.

Comprender esta transición de química a biología es algo sumamente fascinante y como decía Werner, el hecho de poder olerlos; cuando sostuve ese meteorito en mis manos y lo olí, era muy profundo, como si estuviera oliendo el fondo de una bolsa de aspiradora. ¿Cómo conviven ustedes con la dicotomíac­ienciayemo­ciones?

Hablamos de nuestro origen, de nuestra cosmología,

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ESPECIAL Los creativos visitaron la zona de Chicxulub, en Yucatán, donde cayó el meteorito más grande conocido.
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