Nos sobra orgullo y nos falta empatía
El drama de la migración es lo más crudo, dramático, doloroso y tortuoso que puede vivir un ser humano. Imagínese usted, con lo poco o mucho que crea tener, asumir que debe dejarlo todo porque no hay de otra. Es el último recurso. Dejar todo es todo… hijos, padres, esposo o esposa, amigos, costumbres.
Algunos deciden migrar porque la miseria es tan extrema que de quedarse en sus pueblos, su familia, uno a otro como fichas de domino, ira muriendo.
Otros porque los grupos criminales los han coaptado y la única forma de escapar con vida es emprendiendo el éxodo. Otros porque la misma violencia los va desplazando. Otros porque los gobiernos populistas y comunistas los obligan a la sobreviviencia.
Hace muchos años Antonio, un guatemalteco de 26 años abandonó su país porque los Mara Salvatrucha le mataron a su esposa, sus padres y sus dos hijos. Junto con un primo huyó del país y ambos avanzaron hacia el norte del continente. Al llegar a México fueron detenidos por Migración y los regresaron a Guatemala.
Lohabríanmatadodenoserporunbuensamaritano quelorescatódelasgarrasdelasautoridadesguatemaltecasylointentóporsegundavez. Ya habíavistomorira losquemásamaba;noteníanadaqueperder. Cuandolo conocí en Puebla, en eso me quedé de la historia.
¿Habrá llegado a Estados Unidos? ¿Lo habrán deportado nuevamente? ¿Habrá muerto en el intento? No lo sé. Lo único que sé es que a los migrantes los hemos estigmatizado antes de conocer o comprender su realidad. A mí me pasó. Y por increíble que parezca, todos tenemos un migrante cerca. Un paisano, un familiar, el amigo de un amigo. Y nuestros migrantes mexicanos en Estados Unidos son pieza fundamental en el desarrollo de muchísimas regiones del país.
Qué haríamos sin sus remesas, esas remesas que tanto presume el presidente López Obrador como si un logro suyo se tratara. A muerte de más de medio centenar de migrantes de personas, de hombres, mujeres y niños al interior de un tráiler, cuyo pollero los abandonó para morir asfixiados a 36 grados dentro de un contenedor, nos debería conmover, pero sobre todo, ser más empáticos, humanos y en el caso de las autoridades en cuyas manos está gran parte de la solución en materia de políticas migratorias, actuar para evitar estas desgracias humanitarias. Que sean menos orgullosos y más empáticos.