El bloqueo
Gilga pensó que nunca conocería el AIFA, pero la vida nunca quiere lo que nosotros queremos; el Presidente ha dicho que ésta es la mejor terminal aérea de América Latina, pero se refiere al mejor aeropuerto fantasma del continente
Gil les comparte esta pequeña historia: un amigo que no lo malquiere, le pidió a Gamés encarecida compañía a Pachuca, la airosa, a la feria del Libro de Hidalgo. Las imprudencias ocurren en un segundo y sus consecuencias pueden durar un tiempo indefinido. Así las casas (muletilla patrocinada por Bartlett, el Simpatías chu-chu-chu), Gilga abandonó la inacción sabia del mullido sillón y aceptó no sin antes reprocharse: Gilga no puede quedarse todo el día en el amplísimo estudio, encerado y encerrado en sí mismo, aislado (ado-ado). Se había consumado la imprudencia. Un diligente chofer los recogió a muy buena hora, así iniciaron le petit voyage. La salida de la ciudad por el norte urbano no es precisamente un viaje turístico, más bien una estación en el infierno, pero más adelante la cosa mejora. Después de la lluvia reverdecen los campos y las campas. Buena velocidad, sol, verde, todo bien, salir de la ciudad no es tan malo, se dijo Gamés. Error mental. Ah, los supersticiosos un día recibirán un castigo por acertar en todos sus miedos.
Unos cuarenta minutos antes de llegar a Pachuca ocurrió lo inaudito: el tránsito ralentizó (Gil deseaba con toda su alma escribir esta palabra) y de inmediato se convirtió en una aventura estática; o sea, una larga fila de coches detenida antes de llegar a Tizayuca. Mal rayo lo parta a Gamés.
Segundo acto
¿Por qué se dice que uno está en la cuarta pregunta? Gil lo ignora, pero estaba en la cuarta y preguntó con una profundidad impresionante: ¿Y ora? Nada, simplemente Gamés y su amigo y el chofer se rascaban la cabeza y contestaban con gran fluidez: Sabe. En esas situaciones el tiempo es un enemigo mortal. Después de una hora entre láminas hirvientes, algunos lugareños que salieron a la carretera a vender aguas fabricaron una versión: la noche anterior hubo una balacera y robos a transportistas de Tizayuca y a la mañana siguiente los vecinos decidieron fastidiar a decenas de miles de personas. Así sin más: un bloqueo y háganle como quieran. Gil odió en silencio a los vecinos de Tizayuca. Y no vayan a venir con la cantaleta de que pobres vecinos; más bien, abusivos.
Cuando se cumplió una hora y media de espera, Gamés ya sabía que la mañana se había hundido a la mitad del océano. En un ataque ejecutivo de desesperación, Gil bajó del vehículo automotor (qué) y caminó por el acotamiento. Intercambió opiniones con otros conductores al borde de la desintegración psíquica. Conclusión: no hay salida. Pero Gil ha leído bien su Conde de Montecristo y sabe que según el abate Faria, allá en la terrible prisión, siempre hay un intersticio por el cual habrá una evasión. Ay, anjá, Gil, mamila tremendo. Ya en serio: varios cautivos urdieron un plan de evasión. El proyecto era, sin lugar a dudas, intrépido, ¿pero qué plan audaz no es intrépido? Hubo un acuerdo en el pequeño congreso legislativo de lo que se conocerá como el “Bloqueo de Tizayuca”.
Tercer acto
En sentido contrario por el acotamiento. Negociaciones con diversos conductores para que le permitiera el paso a la caravana del regreso. El amigo de Gil aprobó el plan y el chofer lo llevó a cabo. Allá vamos, con la bendición de una patrulla de la Guardia Civil: se ven bien con sus quepíes (¿quepías?) y sus uniformes nuevos. Vayan con cuidado por aquí no hay para cuando, dijo el flamante guardia civil: en la salida a Santa Lucía vuelta a la izquierda y que Dios los proteja. Esto último no lo dijo, pero sus ojos hablaban.
Gilga pensó que nunca conocería el AIFA, pero la vida nunca quiere lo que nosotros queremos. Gamés pensó: estoy en el Felipe Ángeles: si esto fuera un aeropuerto, Gilga tomaría un avión para ir a cualquier parte. El Presidente ha dicho que el AIFA es el mejor aeropuerto de América Latina. Y no le falta razón a Liópez Obrador, pero se refiere al mejor aeropuerto fantasma de América Latina, eso sí. No hay un alma. Ni un taxi, ni una persona con maleta, nada, aunque le informan a Gamés que en los pasillos del aeropuerto han puesto un ring de lucha libre, para estimular las ventas.
Cuatro horas después de su salida, Gil le dijo adiós a su gran amigo y entró a su casa y unos pasos después al amplísimo estudio. Lo que se llama viaje redondo.
¿Cómo se llamó la obra? Merde, en francés.
Los vecinos decidieron fastidiar a decenas de miles de personas en protesta por robos