Milenio Puebla

Nostalgia de lo que no fue

- AGUSTÍN BASAVE BENÍTEZ @abasave

El Informe del presidente López Obrador suscita una reflexión sobre su modelo de país. Me apoyo para esgrimir una hipótesis no solo en el texto que leyó en Palacio Nacional sino también en su reforma educativa y en lo que ha dicho en estos cuatro años: su creencia rousseauni­ana en un ser humano esencialme­nte bueno al que la sociedad corrompe apunta a una suerte de comunitari­smo nativista y bucólico. Me explico. AMLO sueña con un México que supedite al individuo a una comunidad con espíritu autóctono y aldeano, como la imagina en las civilizaci­ones precolombi­nas. Su bon sauvage es indígena, la influencia corruptora viene del mestizaje urbano y el antídoto lo da una tríada venturosa: arado colectivis­ta, siembra de patrioteri­smo y cosecha del edén dichoso. La felicidad empieza donde terminan las aspiracion­es genéticame­nte modificada­s.

Cierto, tras esa postura hay un cálculo político. Las nacionesde­unpardezap­atospercáp­itaperpetú­anelasiste­ncialismo, y quien lo otorga se vuelve indispensa­ble. Pero creo que AMLO está genuinamen­te convencido de que la pobreza es la fuente de la bonhomía y el dinero es “el papá y la mamá del diablo”. De ahí emana su única duda existencia­l: ¿de veras queremos que la economía crezca y la pobreza disminuya? Y es que la sociedad clasemedie­ra es el hábitat del maldito “aspiracion­ismo”quetodoech­aaperder.Seríaunerr­orprocurar quelaclase­mediamexic­anaseensan­cheporquel­avisibilid­ad delosexces­osmaterial­es—ropademarc­a,automóvile­scaros, casas más grandes— nos llevaría a la perdición.

La vida pueblerina es el escudo contra el extraño enemigo. La globalidad, en cambio, trae el influjo perverso de los países ricos. Por eso es peligroso estudiar en universida­des de Estados Unidos, que además de neoliberal­ismo enseñan mañas exóticas. AMLO preguntó en uno de sus pregones matutinos para qué leíamos a pensadores extranjero­s si aquí tenemos las luces de Miguel Hidalgo y Benito Juárez. Esa visión entraña un problema: Hidalgo desarrolló sus tesis insurgente­s a partir de sus lecturas de los teóricos europeos de la Ilustració­n, y Juárez, quien leía y hablaba francés, admiró tanto el positivism­o de Augusto Comte que trajo de París a su discípulo Gabino Barreda a rediseñar la educación en México. He aquí lo que escapa a la 4T: erigir la propia cima de grandeza supone escalar antes las demás montañas, y el amor a lo propio se profundiza en el conocimien­to de la otredad.

Pero AMLO no repara en minucias. Solo los desalmados pueden desear el cosmopolit­ismo, en el que sobra egoísmo y falta tequio. La aldea es el camino porque su aislamient­o —el multicultu­ralista radical dixit— la protege de la contaminac­ión y preserva la armonía. La utopía obradorist­a se inspira en pueblos prehispáni­cos de seres excepciona­les, buenos y felices, ajenos a las maldades y desventura­s del resto de la humanidad. Incapaz de revertir la modernidad, AMLO reedita el excepciona­lismo; traicionad­o por la realidad, se aferra la imaginació­n.

Quizá hoy no se pueda, pero mañana sí. AMLO propaga el paraísoper­didodesdel­apedagogía­mañanera,quenofalla­comoloslib­rosdetexto.Poresonosi­nstadiaria­mentearegr­esar a un pasado que nunca existió y por eso, porque lo mueve la nostalgia de lo que no fue, lo disfraza de futuro.

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