Semana movida
Esta sin duda fue una semana muy movida (literalmente). Dos sismos nos sorprendieron a los poblanos, el primero el lunes y el segundo el jueves. Pero sigo sorprendido de lo que ocurrió el 19 de septiembre. La probabilidad para que un terremoto ocurriera un 19 de septiembre, entre semana, en el rango de la 1 y 2 de la tarde y con una magnitud superior a los 7 grados era del .000007%… y ocurrió. A las 12 horas con 19 minutos sonaron las alertas sísmicas (algunas, porque estoy seguro que no funcionan todas). Estas alarmas anunciaron el inicio del Simulacro Nacional 2022.
Pero lo que nadie imaginó es que 46 minutos después las alertas volverían a sonar por un terremoto real. Esto me llevó a recordar con claridad aquel 19 de septiembre de 2017. Eran la 1 de la tarde con 14 minutos cuando la tierra se cimbró bajo nosotros. Edificios dañados, el hospital San Alejandro que quedó inservible, la parroquia de Atzala devastada, escuelas afectadas, personas heridas y muchas otras que resultaron muertas.
Ese fue apenas el inicio de la tragedia. Después vendría una tragedia ampliada a cinco años, la de la burocracia.
Todos escuchamos el discurso de Enrique Peña Nieto, quien era el presidente de la República en aquel entonces; Antonio Gali era el gobernador del estado y Luis Banck era presidente municipal de la capital.
“Vamos a apoyar en todo momento a los afectados”, “les haremos recuperar sus hogares”, “viene la reconstrucción”, “he instruido a mi gabinete a levantar el censo de afectados”, “no vamos a parar hasta volver a construir lo que el terremoto se llevo” y muchas otras promesas que quedaron en eso: promesas.
Pero cómo olvidar que muchos funcionarios de todos los
“En aquel momento existía un fondo económico para atender este tipo de contingencias”
niveles se enriquecieron a costa de la tragedia. Los sobre costos en la reconstrucción, los damnificados inventados, la duplicidad de los padrones censados, la tranza en cada momento de los procesos.
Y qué decir de la burocracia y de la corrupción.
Y otro dato más. En aquel momento existía un fondo económico para atender este tipo de contingencias. Se llamaba Fondo de Desastres Naturales, mejor identificado como Fonden.
Tras la llegada de la 4T, el Fonden desapareció por orden presidencial bajo el argumento de que servía para desviar recursos y alimentaba la corrupción, lo cual es era absolutamente cierto. El problema es que una vez que desapareció este programa, no lo sustituyó y ahora, si ocurre un desastre natural como los de esta semana que golpeó severamente los estados de Colima y Michoacán, no se tiene claridad de cómo llegará la ayuda.
Lo hemos visto con otros desastres donde a las entidades se les deja a su suerte.
Así que si antes la ayuda llegaba de forma lenta existiendo un fondo económico, ahora estamos a la buena de Dios, porque tendríamos que rascarnos con nuestras propias uñas.