La marcha que no existió (y debería)
Escribí ayer aquí que pienso que el éxito de la marcha del domingo tiene que ver con el intento de transformar (para beneficio del gobierno) una institución que en lo fundamental funciona y que arregló un problema que por décadas era el principal del país: el de las elecciones y la democracia, y lo hizo involucrando a la ciudadanía en cada elección.
Es cierto también que es la primera marcha de protesta de esa magnitud después de cuatro años de muchos otros cambiosdepolíticaspúblicasydecisiones que a algunos de los que ayer marcharon habían indignado y molestado, pero no habían logrado consensos —ni siquiera entre la oposición partidista o de la sociedad civil— como el de la reforma propuesta al Instituto Nacional Electoral.
En estos días, mientras se debatía públicamente el asunto del INE, la reforma y la marcha, hemos visto el colmo en la degradación de otra de esas instituciones que importaban, que importaron, que se crearon para incidir en un tema grave en la vida mexicana que no ha cesado. Me refiero a la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Desdehacealgunasdécadas,nosintropiezos pero con muchos aciertos, la CNDH se había constituido en un lugar donde miles de víctimas acudían para buscar refugio y las visitadurías y sus equipos hacían el trabajo para, mediante informes y recomendaciones, al menos hacer visible las atrocidades cometidas por autoridades y muchas veces cambiar cosas
El gobierno decidió poner al frente de la CNDH a una aliada
en instituciones y remediar agravios.
Era una institución construida para controlar y denunciar los abusos de la autoridad y para dar cobijo a miles de víctimas de sus abusos. Eso se había construido, poco a poco, con muchos obstáculos porque la autoridad es la autoridad.
Y luego llegó la transformación —es un decir—.
El gobierno decidió poner al frente de la CNDH a una aliada, una leal, que hoy se ha convertido en una cómplice.
Que sale a defender la reforma electoral — vaya usted a saber qué tiene que ver eso con su mandato— o a obsesionarse por el tuit de uno de sus consejeros —eso sí nos dice más de ella y su equipo—.
En estos tiempos, como desde hace muchosaños,deviolencia,dedesaparecidos, de militares en las calles, hemos perdidoalainstituciónquealgopodríahacer al menos para denunciarlo y saberlo.
Supongo que parte de la normalización es que nadie sale a marchar por eso. Es jodido, muy.