Máscaras y etiquetas
Dos objetos que metafóricamente cargamos los seres humanos nos alejan de lo que en realidad somos y terminan dañando no solo nuestra estima propia, sino eventualmente nuestro propósito de vida: las máscaras y las etiquetas. Al trabajar con adicciones y codependencia es común encontrar que ambos objetos “virtuales” o emocionales son un impedimento para que las personas desarrollemos lo que estamos llamados a tener como propósito.
Las máscaras pueden definirse como todas aquellas posturas o actuaciones que se utilizan como mecanismo de defensa, ya sea para ocultar lo que no se quiere mostrar a los demás o bien, aquellos comportamientos que están motivados en conseguir la aprobación externa en esa necesidad de pertenencia o de aceptación. El problema con las máscaras es que puede terminarse perdiendo la autenticidad y la esencia personal, olvidándose de sí mismos, para vivirse de acuerdo a los que otras personas esperan de quienes se empeñan en complacerles o comúnmente como se dice, quedar bien.
Usar estas máscaras además de separar de la esencia de la persona, termina siendo algo que permanentemente genera tensión y estrés, además de una confusión permanente que dispara cualquier cantidad de malestares emocionales.
A diferencia de las etiquetas, las máscaras son una decisión personal, consciente o inconsciente mente, con la finalidad de agradara otros y llenar de esa forma la necesidad de aprobación, aceptación y reconocimiento que derivan de carencias no resueltas en el desarrollo emocional de la persona.
En cambio, las etiquetas suelen ser asignadas, normalmente de manera injusta y desproporcionada por otras personas que deciden juzgar y calificar a los demás por sus errores o sus defectos.
El adicto, el codependiente, el divorciado, el homosexual, el flojo, el mediocre, el ratero, el mentiroso, el adúltero, el transa y cantidad de adjetivos negativos son utilizados para estigmatizar, señalar y juzgar indebidamente a personas que si bien pudieron haber cometido un error en algún momento o tienen una condición diferente a los demás, se les etiqueta de manera casi peyorativa sin tomar en cuenta todas las virtudes que pudieran definir a la persona con el respeto debido por el simple hecho de ser humanos.
Por supuesto estas etiquetas además del daño emocional y mental ala persona, des afortunadamente suelen instalarse en los afectados quienes terminan creyendo que son eso que dicen de ellos.
¡Nada más lejos de la realidad! Tus actos pasados o tus errores pasados no te definen y mucho menos te determinan, sin importar lo grave del error que haya podido cometerse.Todos los seres humanos tenemos el derecho a reparar los daños causados por nuestros errores, a arrepentirnos, a ser disculpados y sobre todo, a resignificar la historia de nuestras vidas y reinsertarnos en la comunidad sin necesidad de seguir siendo etiquetados por lo que pudimos haber sido en su momento.
En los procesos terapéuticos en los que participo, siempre invito a los consultantes a desechar las máscaras que ya no son necesarias una vez que se ha sanado, de igual forma que deben ignorar las etiquetas impuestas por los demás, así como desprenderse de las creencias limitantes que no les dejan desarrollarse.Atrévete a ser tu mismo, sin máscaras, ni etiquetas. ¡Atrévete a ser tú!