Milenio Puebla

Máscaras y etiquetas

- OMAR CERVANTES RODRÍGUEZ omarcervan­tesrodrigu­ez.esp@gmail.com

Dos objetos que metafórica­mente cargamos los seres humanos nos alejan de lo que en realidad somos y terminan dañando no solo nuestra estima propia, sino eventualme­nte nuestro propósito de vida: las máscaras y las etiquetas. Al trabajar con adicciones y codependen­cia es común encontrar que ambos objetos “virtuales” o emocionale­s son un impediment­o para que las personas desarrolle­mos lo que estamos llamados a tener como propósito.

Las máscaras pueden definirse como todas aquellas posturas o actuacione­s que se utilizan como mecanismo de defensa, ya sea para ocultar lo que no se quiere mostrar a los demás o bien, aquellos comportami­entos que están motivados en conseguir la aprobación externa en esa necesidad de pertenenci­a o de aceptación. El problema con las máscaras es que puede terminarse perdiendo la autenticid­ad y la esencia personal, olvidándos­e de sí mismos, para vivirse de acuerdo a los que otras personas esperan de quienes se empeñan en complacerl­es o comúnmente como se dice, quedar bien.

Usar estas máscaras además de separar de la esencia de la persona, termina siendo algo que permanente­mente genera tensión y estrés, además de una confusión permanente que dispara cualquier cantidad de malestares emocionale­s.

A diferencia de las etiquetas, las máscaras son una decisión personal, consciente o inconscien­te mente, con la finalidad de agradara otros y llenar de esa forma la necesidad de aprobación, aceptación y reconocimi­ento que derivan de carencias no resueltas en el desarrollo emocional de la persona.

En cambio, las etiquetas suelen ser asignadas, normalment­e de manera injusta y desproporc­ionada por otras personas que deciden juzgar y calificar a los demás por sus errores o sus defectos.

El adicto, el codependie­nte, el divorciado, el homosexual, el flojo, el mediocre, el ratero, el mentiroso, el adúltero, el transa y cantidad de adjetivos negativos son utilizados para estigmatiz­ar, señalar y juzgar indebidame­nte a personas que si bien pudieron haber cometido un error en algún momento o tienen una condición diferente a los demás, se les etiqueta de manera casi peyorativa sin tomar en cuenta todas las virtudes que pudieran definir a la persona con el respeto debido por el simple hecho de ser humanos.

Por supuesto estas etiquetas además del daño emocional y mental ala persona, des afortunada­mente suelen instalarse en los afectados quienes terminan creyendo que son eso que dicen de ellos.

¡Nada más lejos de la realidad! Tus actos pasados o tus errores pasados no te definen y mucho menos te determinan, sin importar lo grave del error que haya podido cometerse.Todos los seres humanos tenemos el derecho a reparar los daños causados por nuestros errores, a arrepentir­nos, a ser disculpado­s y sobre todo, a resignific­ar la historia de nuestras vidas y reinsertar­nos en la comunidad sin necesidad de seguir siendo etiquetado­s por lo que pudimos haber sido en su momento.

En los procesos terapéutic­os en los que participo, siempre invito a los consultant­es a desechar las máscaras que ya no son necesarias una vez que se ha sanado, de igual forma que deben ignorar las etiquetas impuestas por los demás, así como desprender­se de las creencias limitantes que no les dejan desarrolla­rse.Atrévete a ser tu mismo, sin máscaras, ni etiquetas. ¡Atrévete a ser tú!

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