Justicia y venganza en Chihuahua
César Duarte es uno de los gobernadores más representativos de la corrupción que caracterizó al país durante la Presidencia de Enrique Peña Nieto. Tras la sorpresiva llegada de Javier Corral como su relevo al gobierno de Chihuahua, empezó a acreditarse judicialmente el robo sistemático a las arcas públicas que había sido revelado y denunciado antes por activistas y periodistas.
Una Fiscalía Especial Anticorrupción impulsada por Corral documentó así el desvío de más de 6 mil millones de pesos y logró activar 14 órdenes de aprehensión en contra del ex mandatario del PRI, actualmente detenido, tras ser extraditado de EU. Las investigaciones exhibieron también la red creada por Duarte para operar la extracción de recursos y para blindarla dando efectivo a diestra y siniestra a diversos líderes políticos, empresariales e incluso religiosos.
Entre las decenas de personas vinculadas a proceso como beneficiarias de este esquema de corrupción, se encontraba María Eugenia Campos, antes alcaldesa de Chihuahua, hoy gobernadora por el PAN.
Viene a colación esto por la reciente detención de Francisco González Arredondo, uno de los principales fiscales encargados del caso Duarte y de los señalamientos contra Campos. Es por ello que la acusación de tortura psicológica de la nueva Fiscalía General chihuahuense tiene indicios de ser un
González lideró un equipo que se atrevió a tocar esos pactos
acto de venganza contra quien buscó brindar justicia.
Circula una carta de apoyo en la que un amplio y variado grupo de personas definen a González Arredondo como “servidor público ejemplar, con una formación académica extraordinaria y un reconocimiento por su desempeño en materia penal de más de 17 años. Destaca además su trabajo con organizaciones de defensa de los derechos humanos y a favor del debido proceso”. Investigar y llevar a juicio la corrupción en México es peligroso debido a las complicidades y pactos de impunidad imperantes entre la clase política —basta ver cómo el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha protegido a Peña Nieto—.
González Arredondo lideró un equipo que se atrevió a tocar esos pactos y hoy está preso por ello.
Terrible precedente quedará para los escasísimos funcionarios justicieros de este país si esta arbitrariedad no es revertida.