No tiene la culpa el indio...
Un partido político no es un equipo de fútbol donde a fuerza tienes que irle a los 11 en el terreno de juego; en política y en democracia el voto diferenciado fortalece los contrapesos
Aveces no tiene la culpa el que manda, sino el que obedece. Culpamos a quien nos gobierna desde Palacio Nacional y amenaza nuestra democracia, pero no tomamos en cuenta que tenemos por legisladores a quienes ciegamente levantan la mano como borregos ante la indicación que el líder del ganado les da.
Y hasta uno como ciudadano termina por ser cómplice cuando tenemos una boleta electoral en nuestras manos y votamos por el partido en lugar de votar por el personaje.
Un partido político no es un equipo de fútbol donde a fuerza tienes que irle a los 11 en el terreno de juego; en política y en democracia el voto diferenciado fortalece los contrapesos, pero en México se posiciona la imagen de los partidos no necesariamente de los militantes, lo que provoca que la balanza se incline solo hacia la derecha o solo hacia la izquierda.
Las reformas constitucionales que están provocando más problemas que soluciones, como la militarización del país o aquellas donde existe un agravio a la estabilidad nacional, no es solo culpa del Presidente que propone las iniciativas, sino de los legisladores que las defienden sin quitarle una coma.
La inseguridad y la violencia que se vive en el país por las malas decisiones tomadas desde el poder y la estrategia de “abrazos no balazos” no es solo culpa del Ejecutivo sino de aquellos altos mandos que se cruzan de brazos para no desobedecer.
La falta de medicamentos no solo responde a una decisión de Estado de castigar a las farmacéuticas que supuestamente cometieron actos de corrupción, sino que es también culpa de quienes no le han propuesta una solución seria e inteligente para subsanar este desabasto.
No darle prioridad a las Comisiones de Búsqueda de Personas no es solo culpa del que derrama recursos para el Tren Maya, Dos Bocas o la Central Avionera, sino de aquellos que avalan reducir presupuesto para estas comisiones mientras
Las reformas constitucionales no solo son por culpa del Presidente que las propone
el fenómeno crece alarmantemente. Y así podemos enlistar un sin fin de ejemplos donde los que obedecen son tan omisos como el que dicta.
Todo lo antes comentado puede trasladarlo, así igualito, a muchos Estados del país donde la culpa no es del que manda, sino también del que obedece.
Se me vienen a la mente dos refranes de la cultura popular mexicana: “Tanto peca el que mata la vaca, como el que le agarra la pata” y “No es culpa del indio, sino del que lo hace compadre”.
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José Norberto Rodríguez Medina fue designado magistrado de la Sala Constitucional del Poder Judicial por 12 años. Tal nombramiento es muestra de que no solo los amigos y compadres pueden aspirar a estos cargos, sino también personas que han trabajado de manera incansable durante décadas y que son entonces perfiles probados y capaces.
Cheche, como de cariño le conocen cientos de políticos y periodistas de la Fuente legislativa, es un experto absoluto de las leyes constitucionales de Puebla y del país. La constitución local es, en gran medida, hechura de este personaje.
Fue secretario general del Congreso del estado por muchísimas legislaturas y ha visto desfilar por el salón de Plenos del Poder Legislativo a, por lo menos, 10 gobernadores.
Gracias a él existe pulcritud legislativa porque exactamente en el trienio en que fue relevado, las resoluciones de las y los diputados se convirtieron en un cochinero que un día sí y el otro también, impugnaban las salas superiores. Después tuvo que regresar a limpiar el tiradero.
Que paz saber que alguien como José Norberto Rodríguez Medina llega al Poder Judicial. De esos queremos más.