Milenio Puebla

No tiene la culpa el indio...

Un partido político no es un equipo de fútbol donde a fuerza tienes que irle a los 11 en el terreno de juego; en política y en democracia el voto diferencia­do fortalece los contrapeso­s

- ALBERTO RUEDA

Aveces no tiene la culpa el que manda, sino el que obedece. Culpamos a quien nos gobierna desde Palacio Nacional y amenaza nuestra democracia, pero no tomamos en cuenta que tenemos por legislador­es a quienes ciegamente levantan la mano como borregos ante la indicación que el líder del ganado les da.

Y hasta uno como ciudadano termina por ser cómplice cuando tenemos una boleta electoral en nuestras manos y votamos por el partido en lugar de votar por el personaje.

Un partido político no es un equipo de fútbol donde a fuerza tienes que irle a los 11 en el terreno de juego; en política y en democracia el voto diferencia­do fortalece los contrapeso­s, pero en México se posiciona la imagen de los partidos no necesariam­ente de los militantes, lo que provoca que la balanza se incline solo hacia la derecha o solo hacia la izquierda.

Las reformas constituci­onales que están provocando más problemas que soluciones, como la militariza­ción del país o aquellas donde existe un agravio a la estabilida­d nacional, no es solo culpa del Presidente que propone las iniciativa­s, sino de los legislador­es que las defienden sin quitarle una coma.

La insegurida­d y la violencia que se vive en el país por las malas decisiones tomadas desde el poder y la estrategia de “abrazos no balazos” no es solo culpa del Ejecutivo sino de aquellos altos mandos que se cruzan de brazos para no desobedece­r.

La falta de medicament­os no solo responde a una decisión de Estado de castigar a las farmacéuti­cas que supuestame­nte cometieron actos de corrupción, sino que es también culpa de quienes no le han propuesta una solución seria e inteligent­e para subsanar este desabasto.

No darle prioridad a las Comisiones de Búsqueda de Personas no es solo culpa del que derrama recursos para el Tren Maya, Dos Bocas o la Central Avionera, sino de aquellos que avalan reducir presupuest­o para estas comisiones mientras

Las reformas constituci­onales no solo son por culpa del Presidente que las propone

el fenómeno crece alarmantem­ente. Y así podemos enlistar un sin fin de ejemplos donde los que obedecen son tan omisos como el que dicta.

Todo lo antes comentado puede trasladarl­o, así igualito, a muchos Estados del país donde la culpa no es del que manda, sino también del que obedece.

Se me vienen a la mente dos refranes de la cultura popular mexicana: “Tanto peca el que mata la vaca, como el que le agarra la pata” y “No es culpa del indio, sino del que lo hace compadre”.

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José Norberto Rodríguez Medina fue designado magistrado de la Sala Constituci­onal del Poder Judicial por 12 años. Tal nombramien­to es muestra de que no solo los amigos y compadres pueden aspirar a estos cargos, sino también personas que han trabajado de manera incansable durante décadas y que son entonces perfiles probados y capaces.

Cheche, como de cariño le conocen cientos de políticos y periodista­s de la Fuente legislativ­a, es un experto absoluto de las leyes constituci­onales de Puebla y del país. La constituci­ón local es, en gran medida, hechura de este personaje.

Fue secretario general del Congreso del estado por muchísimas legislatur­as y ha visto desfilar por el salón de Plenos del Poder Legislativ­o a, por lo menos, 10 gobernador­es.

Gracias a él existe pulcritud legislativ­a porque exactament­e en el trienio en que fue relevado, las resolucion­es de las y los diputados se convirtier­on en un cochinero que un día sí y el otro también, impugnaban las salas superiores. Después tuvo que regresar a limpiar el tiradero.

Que paz saber que alguien como José Norberto Rodríguez Medina llega al Poder Judicial. De esos queremos más.

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