Generaciones de televisión
Generación de Sudáfrica
La tarde del 11 de julio del 2010, Sergio Busquets se convierte en el último jugador nacido en el centro del campo. Es tal su influencia en ese territorio del juego, que su entrenador Vicente del Bosque confiesa que en caso de reencarnar, le gustaría hacerlo en Busquets. Su verdadera nacionalidad, centrocampista, le permite manejar a su gusto la Final de la Copa del Mundo en Johannesburgo. Mientras
España levanta el título, un grupo de niños entre los 6 y 12 años de edad festejan el triunfo de una selección que está patentado un estilo: Ferrán Torres, Dani Olmo, Gavi, Pedri, Nico Williams, Ansu Fati y Balde miran por televisión al joven Busquets en el eje central y al mismo tiempo, asimilan una forma de jugar. Aquella generación no mamó otro futbol. Tres mundiales después, en Qatar 2022, esos niños acompañan a Busquets en el cuadro de Luis Enrique jugando con el mismo estilo de sus antepasados. España confirma que el futbol es un bien hereditario, patrimonial y familiar.
Generación de Qatar
El Mundial nos enseña su lado inexplicable cuando exige el instinto para destacar, superarse o sobrevivir. Esa jugada determinante, esa noche insuperable y ese partido vital, ocurren un par de veces en la vida. Cuando eso pasa no hay táctica, técnica, estrategia o estadística que valga, porque el futbol y sus futbolistas, caen en un profundo estado emocional: son dominados por el alma y el corazón.
La Selección Mexicana tiene uno de esos lances mañana. Vencer a Argentina bajo estas circunstancias es una oportunidad única para cobrar revancha, salir adelante y cambiar el rumbo. Un triunfo de México echaría a Messi de la historia de los mundiales junto a los diez argentinos que le acompañan, pero lo más importante de todo: marcaría el destino de una generación de niños que, por primera vez en la historia, no mirarán por televisión la misma derrota que nosotros.