Cine. Protagonista de crítica social, comedia y humor
El paso de Héctor Bonilla por el cine incluye un centenar de historias que van desde la crítica sociopolítica a la comedia familiar, pero su participación en Rojo amanecer fue clave en su carrera. Bajo la dirección de Jorge Fons, el actor dio vida a Humberto, el patriarca de una familia de clase media que, como parte de la ficción, vive en carne propia la violencia por la matanza estudiantil del 2 de octubre en Tlatelolco.
De esta historia, Bonilla también fue productor, y parte del reto para echar en marcha el rodaje fue financiarlo, pero no había forma con un sistema de apoyos estatales que frenaba este tipo de proyectos; así que Bonilla se acercó a varios intelectuales de aquella época, como Gabriel García Márquez y José Luis Cuevas, a fin de pedir su apoyo, incluso invirtió sus ahorros con tal de que el rodaje se lograra de la mejor forma y la película viera la luz.
El histrión debutó en cine con Jóvenes y bellas, en 1962, a esta historia de Fernando Cortés le siguieron otras como Patsy, mi amor, El monasterio de los buitres, El cumpleaños del perro, El mexicano y Bloody Marlene.
“Quién sabe qué pasó con esa película, creo que tuve muy mala suerte en el cine, dos películas que fueron muy importantes para mí no vieron la luz", explico Bonilla en una charla en la UNAM, sobre Bloody Marlene y María de mi corazón.
En 1975 obtuvo su primer Ariel como Mejor Actor por Meridiano 100, y después de sus participaciones en Rojo amanecer y El bulto, Bonilla entró a un cine más social para hablar, a través de la pantalla, de conflictos estudiantiles. En 2019, la Amacc le otorgó el Ariel de Oro por su contribución al crecimiento del cine mexicano: “Nadie mejor para darme el trofeo que María de mi corazón”, dijo Bonilla sobre el premio que le entregó María Rojo, con quien coprotagonizó Rojo Amanecer y a quien se refirió con respeto por su trabajo y apoyo al cine mexicano desde su rol como senadora. En aquella entrega del Ariel de Oro, Bonilla dedicó su premio a su familia, especialmente a su esposa, “a quien siempre dedico todo lo que hago, al igual que a toda la Bonillada”.
“Soñé con recibirlo en Bellas Artes, pero después de que vino el apostol de la luz a bendecir el palacio, qué bueno que no me tocó, creo que el paso a la Cineteca es maravilloso, es la casa de los que hacemos cine, aquí debería hacerse el Ariel siempre, porque eso nos corresponde a la familia cinematográfica: reunirnos en nuestra casa a celebrar”, agregó el actor sobre el cambio de sede que ese año tuvo la Amacc para la entrega del Premio Ariel.